Elementos para una TEORÍA DEL ENTUSIASMO

La cara oculta de RAYUELA. Por Jorge Fraga

10 de junio de 2010

Prefacios (2): LA LUZ DE LOS GRANDES


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Macaulay negaba la influencia de los grandes hombres sirviéndose de la analogía siguiente:
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El sol ilumina las colinas mientras está todavía en el horizonte, y las mentes privilegiadas descubren la verdad un poco antes de que se manifieste a la multitud. Tal es la magnitud de la superioridad de aquéllos. Son los primeros en captar y reflejar una luz que, sin su ayuda, pronto debe volverse visible para quienes están situados muy por debajo de ellos (“Essay on Dryden”, en Miscellaneous Writings, I, 186)
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Mill defenderá la opinión contraria a Macaulay y enmendará la analogía para hacer más comprensible su parecer:
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Llevando más lejos esta metáfora, se concluiría que si no hubiera existido Newton, el mundo, no sólo habría tenido el sistema newtoniano, sino que lo habría tenido igual de pronto; de la misma manera que el sol habría salido para quienes lo contemplan desde el llano, si no hubiera habido delante de ellos ninguna montaña para recibir antes los primeros rayos [...] Los hombres eminentes no se contentan con la luz que procede de la cima de la colina, ellos escalan hasta la cima y la invocan, y si ninguno hubiera ascendido hasta allí, la luz, en muchos casos, nunca habría iluminado el llano [J. Stuart Mill, A system of Logic, lib. VI, Cap. XI, 3, p. 612]
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Chaïm Perelman y Lucie Olbrechts-Tyteca,
Tratado de la argumentación
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2 comentarios:

  1. De hecho, simultáneamente al desarrollo del cálculo diferencial por Newton, Leibniz conseguía la misma herramienta llegando por un camino distinto. Personalmente, la imágen que me resulta más difícil de borrar es aquella que explica Kandinsky en su "punto y línea sobre el plano", dónde habla de una especie de pirámide, en el vértice de la cual apareecen los conocimientos nuevos, en manos de una élite intelectual, y bajando o ensanchando su base llegan estos a ser vox populi. Eso me parece esencialmente correcto, solo que una misma persona puede estar en el vértice de una de esas pirámides y en cualquier posición de las múltiples que simultáneamente/fractalmente necesitaríamos para describir el conocimiento humano en su totalidad. Vamos, que tanto tu Macaulay como tu Mill parecen estar a la vez en lo cierto y equivocados, pues sufren del mal de la jerarquización de los conocimientos (que indefectiblemente sitúa a la física o las "ciencias fuertes", como referentes preferenciales del valor en el conocimiento)

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  2. ¡No a la jerarquización del conocimiento! A ese lema me sumo. Pero creo que lo que se somete a discusión en esos fragmentos no es eso, sino la aportación del hombre de talento. Y ahí dejo Macaulay a los suyos, y me quedo con ‘mi’ Stuart Mill, aunque me permito continuar su imagen de una forma distinta: y es que en el caso de Cortázar, se trataría de que el llano ascendiese, cómplice, hacia la cima. Y de cara a ello, tu alusión a lo fractal resulta de lo más conveniente: pues no cabe duda de que cada uno lleva en sí la capacidad de realizar esa ascensión. Lo cual no le exime, también está bien subrayarlo, de hacer el esfuerzo de elevarse.
    Gracias por Kandinsky.

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