82
Morelliana.
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¿Por qué escribo esto? No tengo ideas
claras, ni siquiera tengo ideas. Hay jirones, impulsos, bloques, y todo busca
una forma, entonces entra en juego el
ritmo y yo escribo dentro de ese ritmo,
escribo por él, movido por él y no por eso que llaman el pensamiento y que hace
la prosa, literaria u otra. Hay primero una situación confusa, que sólo puede
definirse en la palabra; de esa penumbra parto, y si lo que quiero decir (si lo
que quiere decirse) tiene
suficiente fuerza, inmediatamente se inicia el swing,
un balanceo rítmico que me saca a
la superficie, lo ilumina todo, conjuga esa materia confusa y el que la padece
en una tercera instancia clara y como fatal: la frase, el párrafo, la página,
el capítulo, el libro. Ese balanceo, ese swing en el que se va informando la materia
confusa, es para mí la única certidumbre de su necesidad, porque apenas cesa
comprendo que no tengo ya nada que decir. Y también es la única recompensa de
mi trabajo: sentir que lo que he escrito es como un lomo de gato bajo la
caricia, con chispas y un arquearse cadencioso. Así por la escritura bajo al
volcán, me acerco a las Madres, me conecto con el Centro –sea lo que sea.
Escribir es dibujar mi mandala: tarea de pobre shamán blanco con calzoncillos
de nylon.
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Aviso para navegantes:
ResponderEliminarEsta transcripción del cap. 82 ejecuta de forma deliberada un procedimiento determinado, cuyo propósito es introducir al lector en un método de lectura que debe aplicarse igualmente a 'Rayuela'. Si no logra usted detectarlo, abandone toda esperanza.