Elementos para una TEORÍA DEL ENTUSIASMO

La cara oculta de RAYUELA. Por Jorge Fraga

11 de julio de 2010

Vía comparativa (1): Las dos conciencias en Castaneda


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Rayuela es sobre todo dos libros, dice el Tablero de Dirección. Ahora yo propongo entender eso mismo, tan familiar para los lectores del libro, de un modo insólito, a saber: el primero de esos libros se lee bajo el estado ordinario de conciencia; el segundo, bajo un estado alterado. Según esta idea, al ‘balanceo rítmico’ que anima la creación de Cortázar (cf. cap. 82) le correspondería, en el plano del lector, y para llevar a cabo una comunicación totalmente efectiva, otro estado no ordinario de conciencia: por ejemplo, el entusiasmo. El verdadero ‘lector cómplice’ de Rayuela, el deseado semblabe y frère de Cortázar, capaz de acceder a las insólitas profundidades de sentido de la obra, tiene que ser un lector entusiasta. En abstracto, la idea de fondo sería ésta: los distintos estados de conciencia funcionan como registros cognitivos diferenciados.
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Antes de analizar en profundidad esta cuestión en el seno de Rayuela y de la producción cortazariana, voy a aportar en este blog algunos testimonios para sostener esa idea, y voy a exponerlos en el mismo orden en que se me fueron presentando. Empezaré, por tanto, por el único caso que conocía antes de formularme esa hipótesis: se trata de los libros de Carlos Castaneda, o sea, la docena de volúmenes que forman el ciclo de “las enseñanzas de don Juan”, y que relatan cómo Castaneda se formó como brujo o chamán bajo la directriz de un indio yaqui.
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En esos libros se describe una cuestión que guarda cierto parecido con nuestro asunto, y que aquí llamaremos “las dos conciencias”. Nos centraremos en esa cuestión, dejando aparte toda controversia sobre el carácter real o ficticio de esas crónicas; aún en el caso de que fueran pura ficción, el mero hecho de haber sido concebida en ellas la posibilidad de “las dos conciencias” ya constituye para nosotros un precedente interesante.
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El fenómeno de “las dos conciencias” empieza propiamente en el quinto libro de la serie, El segundo anillo de poder, publicado originalmente en 1977: aquí descubrimos que el largo proceso aprendizaje de Castaneda con su maestro, don Juan, aparentemente ya relatado de forma completa en los cuatro primeros libros, y que ha abarcado un periodo de 13 años, se ha realizado en realidad en distintos estados de conciencia del aprendiz. A partir de que tiene conocimiento de ello, al aprendiz se le plantea un reto ineludible: el de recordar el desconocido conocimiento adquirido en esos otros estados de conciencia. Ese reto constituye en buena parte el argumento de los siguientes libros del ciclo.
El mejor modo de hacerse cargo de ello en estas páginas es acudir a los resúmenes del aprendizaje que el propio Castaneda dispone como prefacio de sus sucesivos libros. De este modo, para empezar, podemos leer el Exordium de El fuego interno, séptimo libro del ciclo, publicado en 1984 (edición en español de Swan, Avantos & Hakeldama, 1987, 3ª):
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En los últimos quince años, he escrito extensos relatos sobre mis relaciones de aprendiz con un brujo indio, don Juan Matus. (...)
La organización total de las enseñanzas de don Juan se basaba en la idea de que el hombre tiene dos tipos de conciencia. Él los nombró el lado derecho y el lado izquierdo, y de acuerdo a ello, dividió su instrucción en enseñanzas para el lado derecho y enseñanzas para el lado izquierdo.
Describió el primero como lo normal de todos nosotros, o el estado de conciencia necesario para desempeñarse en el mundo cotidiano. Dijo que el segundo era algo que no es normal, el lado misterioso del hombre, el estado de conciencia requerido para funcionar como brujo y vidente.
Las enseñanzas para el lado derecho las llevó a cabo en mi estado de conciencia normal. He descrito esas enseñanzas, a detalle, en todos mis relatos. (...)
Me ha tomado casi diez años recordar exactamente lo que ocurrió en las enseñanzas para el lado izquierdo.
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En ese mismo libro, el resumen continúa así (la cursiva es mía):
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Las enseñanzas para el lado izquierdo me fueron dadas cada vez que yo entraba en un estado único de claridad perceptual que él llamaba conciencia acrecentada. A lo largo de mis años de asociación con don Juan, repetidamente me hizo entrar en tales estados mediante un golpe que me daba con la palma de la mano, en la parte superior de la espalda.
Don Juan me explicó que, en un estado de conciencia acrecentada, la conducta de los aprendices es tan natural como en la vida diaria. Su gran ventaja es que pueden enfocar sus mentes en cualquier cosa con fuerza y claridad descomunales; pero su desventaja está en la imposibilidad de traer al campo de la memoria normal lo que les sucede. Lo que les acontece en tales estados se convierte en parte de sus recuerdos cotidianos sólo a través de un asombroso esfuerzo.
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Esta extrema dificultad de recordar lo acaecido en un régimen de conciencia acrecentada parece algo característico de estas fluctuaciones de la conciencia; podríamos compararlo, en un plano de cosas conocidas para nosotros, con lo difícil que resulta recuperar los sueños desde el estado de vigilia. Unos sueños en los cuales, no lo olvidemos, la conciencia tiene una libertad inusitada, pues no está sometida a las limitaciones espacio-temporales del estado de vigilia. Abundando en esa misma idea, Castaneda refiere lo siguiente en la introducción de El conocimiento silencioso, octavo libro del ciclo, de 1987 (en español por Swan, 1988):
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-A fin de recordar lo que estás percibiendo y entendiendo en estos momentos, necesitarás una vida entera –dijo- porque todo esto forma parte del conocimiento silencioso. En unos breves instantes habrás olvidado todo. Ése es uno de los insondables misterios de la conciencia de ser.
De inmediato, don Juan me hizo cambiar de niveles de conciencia con una fuerte palmada en mi costado izquierdo, en el borde de las costillas. Al instante mi mente volvió a su estado normal. Perdí a tal extremo mi claridad mental que ni siquiera pude recordar el haberla tenido.
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En este mismo texto, un poco más adelante, Castaneda introduce un nuevo elemento de gran importancia para nosotros; los argumentos racionales que la conciencia normal opone, como estrategias de resistencia, a la realidad de esos otros estados de conciencia:
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Me llevó años el poder hacer la conversión crucial de mi memoria de la conciencia acrecentada a la memoria normal. Mi razón y mi sentido común retrasaron esta conversión al estrellarse contra la realidad absurda e inimaginable de la conciencia acrecentada y del conocimiento directo. Por años enteros, el tremendo desajuste cognoscitivo resultante me forzó a buscar desahogo en el no pensar al respecto.
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Así pues, no se trata tan sólo de la dificultad de recordar; ahí interviene, además, la valoración y el juicio que la conciencia normal dispensa hacia esos otros estados: “absurdo”, “inimaginable”, “impensable”. De esta manera, la mente normal llega a liquidar la validez cognoscitiva de esos otros estados: su juicio es implacable. Más arriba, para traer el asunto a un terreno conocido, hablábamos de los sueños; en la misma línea, ahora podríamos hablar, por ejemplo, de cómo la conciencia normal tiende a despreciar sistemáticamente otro tipo de estado no ordinario de conciencia: el enamoramiento. ¿No hay en nosotros una propensión a sonreírse con condescendencia –o sea, con superioridad y escepticismo- ante alguien arrebatado por el amor? Y sin embargo, el enamoramiento provoca cambios valiosos en la conciencia: de repente, uno se vuelve audaz, ocurrente, entra en sintonía con la vida, se llena de luz... Esa sonrisa condescendiente, entonces, ¿no será una mezquina estrategia de la mente ordinaria para defenderse ante un estado superior de la conciencia?
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Volvamos ahora, sobre las enseñanzas de Don Juan, a una cuestión crucial para nuestra hipótesis pre-teórica: en un estado normal de la conciencia, desde el “lado derecho”, resulta extremadamente difícil para Castaneda recordar lo acaecido en el “lado izquierdo”. Sin embargo, no sucede lo mismo al revés: desde el ‘lado izquierdo’, con sus capacidades cognitivas aumentadas, el sujeto es capaz de recordar sus anteriores experiencias, ya sean de un estado de conciencia o del otro. Así pues, cada nivel de conciencia parece tener su propio régimen cognitivo y su propio registro de memoria; pero los recursos de la conciencia normal son limitados, están disminuidos, frente a los de la conciencia acrecentada.
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En la ‘Nota del autor’ que introduce El arte de ensoñar (noveno libro del ciclo, publicado en 1993, edición en español de Seix Barral, 1997, 5ª), Castaneda nuevamente recupera todas estas cuestiones. A efectos prácticos, podemos considerar la “segunda atención” de que se nos habla ahora como equivalente a la “conciencia acrecentada” que ya hemos visto antes:
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El segundo grupo de aprendices era extremadamente compacto. Consistía únicamente de tres miembros (...).
Estas tres personas interactuaban entre ellas y conmigo exclusivamente en la segunda atención. En el mundo de la vida cotidiana no teníamos la menor idea los unos de los otros. (...) Hacia el final, cuando don Juan estaba a punto de dejar el mundo, la presión psicológica de su partida empezó a menoscabar, en nosotros cuatro, los rígidos parámetros de la segunda atención. El resultado fue que nuestra interacción irrumpió en el mundo de los asuntos cotidianos y todos nos conocimos, aparentemente, por primera vez.
Ninguno de nosotros estaba consciente de nuestra profunda y ardua interacción en la segunda atención. Puesto que los cuatro estábamos involucrados en estudios académicos, terminamos más que conmocionados al descubrir que ya nos habíamos conocido antes. Por supuesto que esto era, y todavía es, intelectualmente inadmisible para nosotros. Sin embargo sabemos que fue totalmente parte de nuestra experiencia. Al final, nos quedamos con la inquietante certeza de que la psique humana es infinitamente más compleja de lo que nuestro razonamiento académico o mundano nos lo ha hecho creer.
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Una vez le preguntamos a don Juan al unísono que nos sacara de dudas. Dijo que tenía dos posibilidades explicativas. Una era aplacar a nuestra malherida racionalidad diciendo que la segunda atención es un estado de conciencia tan ilusorio como elefantes volando en el cielo, y que todo lo que creíamos haber experimentado en ese estado era simplemente un producto de sugestiones hipnóticas. La otra posibilidad era no explicar pero sí describir la segunda atención de la manera como se les presenta a los brujos ensoñadores: como una incomprensible configuración energética de la conciencia.
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Al comparar esos extraordinarios fenómenos que Castaneda describe en sus crónicas con otros fenómenos conocidos por nosotros (los sueños, el enamoramiento; podríamos añadir, también, los efectos de sustancias enteógenas) tan sólo pretendo poner de manifiesto unos comunes denominadores. Puede decirse que esos estados de conciencia acrecentada que Castaneda describe están en una relación análoga con respecto a la conciencia ordinaria como lo están los otros estados de conciencia que yo he sacado a colación: los sueños, el enamoramiento, los estados inducidos por los enteógenos. Postulo una analogía, una semblanza en las relaciones, que no una identidad de los términos; por un lado, en todos ellos, el ‘segundo estado’ tiene siempre características cognitivas distintas a las del estado de conciencia normal, con unas leyes aparentemente menos restrictivas que las de este último: o sea, mayor libertad. Por el otro lado, siempre resulta difícil ‘recuperar’–ya sea cuantitativa o cualitativamente- la información vigente en el ‘segundo estado’ una vez se ha vuelto a la conciencia ordinaria. Esa irreductibilidad parece indicar que el ‘continente’ de la conciencia ordinaria pueda ser más reducido con respecto a los de los ‘segundos estados’. Castaneda habla de ello, en El don del águila (sexto libro del ciclo, de 1984 -1986 por Swan-) en términos de una diferencia de intensidad, mayor en el segundo estado, y también de una diferencia entre pensamiento lineal y no lineal. Sea como sea, ese segundo estado parece estar preñado de nuevas posibilidades cognitivas.
En síntesis: lo descrito por Castaneda constituye un caso paradigmático de ‘segunda conciencia’. Bajo esta premisa, podríamos trasladar la analogía al caso de Rayuela, reformulando lo dicho al principio del artículo: el estado creativo de Cortázar (que él denomina swing o “balanceo”) sería un estado de ‘conciencia segunda’, y para recuperar la información dispuesta bajo su régimen particular de conciencia (o sea: el segundo libro consignado por el Tablero de Dirección), el lector debería situarse en un nivel de conciencia parecido: el entusiasmo, por decirlo de algún modo.
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Con ese requisito, el segundo libro de Rayuela se muestra como la repetición de un episodio (véase La carta delatora); sin ese requisito, el lector asiste a un texto desaliñado e incongruente, “absurdo”: pero estos atributos del texto, que deberían servir como piedra de escándalo para sugerir la necesidad de ese otro estado de conciencia en el lector, han sido reducidos por la crítica y por los lectores a meros componentes de una novela experimental. La bofetada zen de Cortázar, concebida como mecanismo propiciatorio de una “ruptura de nivel”, se ha quedado en mera agresión a las normas. Y así lo desconocido, la luz nueva que Cortázar quería traer al mundo literario, ha resultado neutralizada en favor de lo conocido.
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Sin embargo, todo esto permanece hasta ahora en un régimen hipotético; no tan sólo la nueva visión de la doble lectura de Rayuela, sino también la propia consideración abstracta del tema. El caso de Castaneda difícilmente tendrá valor probatorio alguno para los escépticos. Próximamente veremos con detenimiento dos nuevos casos en los que se manifiesta la misma cuestión, a cuál más interesante; el de Rayuela será luego considerado como un ‘cuarto caso’ en la serie. Les emplazo a encontrarnos de nuevo, con el siguiente caso, extraído, curiosamente, de La Piedra Lunar de Wilkie Collins, el próximo día 11 de agosto (les recomiendo que entretanto se lean esa estupenda y divertida novela, si es que no lo han hecho ya). ¡Hasta entonces!
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11 comentarios:

  1. Sin haber leído al tal Castaneda - lo confieso - ya puedes, me temo, apuntarme al bando de los escépticos: y no sólo porque la distinción entre derecha e izquierda - como metáfora o con la pretensión de veracidad de las neurociencias - ya está tan arraigada que resulta cansino obviarla para dar cabida a los estados de consciencia alterada (de la certeza de cuya existencia, como ya sabrás pues te he contado alguna vez nuestros "tripis", no dudo), sino por la general falta de rigor y las artimañas un poco Lovecraft (encantador para la fantasía, repelente si se pretende ser serio) que transpiran todas esas citas.

    "Perdí a tal extremo mi claridad mental que ni siquiera pude recordar el haberla tenido." Si no pudo recordarlo, entonces, como sabía que la tuvo y la perdió ¿? Me temo que por mi parte sí recuerdo, perfectamente, la sensación perturbadora de no recordar ni el propio nombre estando bajo los efectos de las primeras dosis de LSD, y también recuerdo, perfectamente, como la "consciencia", el "discurso interior", el "cogito" cartesiano, nunca llegaba a desaparecer del todo, y funcionaba - por el contrario - a modo de un tranquilizador "sé lo que me está pasando" que hacía ese no recordar el propio nombre incluso divertido ... pero Castaneda lo pone del revés: la claridad mental en el lugar del estado alterado. Tergiversación.

    "Me llevó años el poder hacer la conversión crucial de mi memoria de la conciencia acrecentada a la memoria normal. Mi razón y mi sentido común retrasaron esta conversión al estrellarse contra la realidad absurda e inimaginable de la conciencia acrecentada y del conocimiento directo. Por años enteros, el tremendo desajuste cognoscitivo resultante me forzó a buscar desahogo en el no pensar al respecto."
    Vaya... si uno no piensa en ello, como puede entonces haber "desajuste cognoscitivo" ¿? No estaremos empezando a movernos en círculo ¿?. La razón y el sentido común se estrellan contínuamente contra el absurdo inimaginable del mundo. No hace falta ningún maestro/brujo para darse cuenta de ello. Además, qué debemos entender por memoria normal ¿?
    Somos memoria.
    El viejito ya lo dijo: "ni recordamos nada de nuestro nacimiento, ni recordaremos nada de nuestra muerte".

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  2. Y donde, modestamente, creo que se le ven ya todas las entretelas (o su equivalente - cualquiera que sea - para el preceptivo taparrabos) es cuando dice: "Ninguno de nosotros estaba consciente de nuestra profunda y ardua interacción en la segunda atención." El error semántico entre ser/estar delata gravemente la consabida maniobra de "enturbiar las aguas para que parezcan más profundas". Entiendo que uno "está consciente", por definición, mientras no duerme o está aturdido, o muerto. Otra cosa distinta, y ahí está la burda triquiñuela, es "ser consciente" de algo, de una situación, de un hecho, de un pensamiento, de uno mismo, incluso de un sueño (sueño que estoy soñando, y cuando soy consciente, en el sueño, de estar soñando, decido salir volando: agito los brazos y me elevo suavemente sobre el paisaje del sueño, soy consciente de que no vuelo realmente, pues sé que estoy soñando, pero la sensación corporal de volar apenas se degrada: quizá en ese "ser consciente" de que se está soñando haya también un engaño, pues la consciencia, por definición, nos abandona al soñar, aunque esa especie de imagen fantasmagórica de una consciencia que es consciente de que está soñando, deviene, incomprensiblemente, la propia consciencia verdadera, y deja su rastro inmanente en el recuerdo que me permite contarte ahora, honestamente, esto)

    Amigo Jorge: esta pobre consciencia cartesiana agradecería una mayor precisión en los términos: "los distintos estados de conciencia funcionan como registros cognitivos diferenciados" suena, otra vez, a definición circular. Estado de conciencia / registro cognitivo: si son distintos, en qué se diferencian ¿? y si son iguales, entonces la definición es, por mucha funcionalidad que le agreguemos, trivial, si no contradictoria en sus términos.

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  3. Amigo anónimo: Empezaré por el final de tu comentario, donde me interpelas directamente. Pides más precisión en los términos; yo te pediría, a mi vez, más rigor interpretativo: ¿quién tendrá razón? Sin rubor puedo decir que peco gustosamente de no-cartesianismo en cuanto veo una buena oportunidad para ello –lo que no es equivalente a decir que sea anti-cartesiano-, pero no creo que aquí –en lo referente a una distinción implícita entre ‘estado de conciencia’ y ‘registro cognitivo’- se me pueda acusar de ello. ‘Estado de conciencia’ se refiere a un determinado funcionamiento de la mente; ‘registro cognitivo’ se refiere a archivos de memoria –esa acepción del término ‘registro’ se encuentra en cualquier diccionario-. Efectivamente, a todo ‘registro’ podríamos considerarlo como subsumido en un ‘estado’ determinado, y en ese sentido serían de algún modo equivalentes; pero no a efectos de mi discurso, donde precisamente me preocupo por distinguirlos como cosas diferenciadas (no cabe, por tanto, acusarme de tautología). ¿No habrás desatendido la distinción ‘estado/registro’ dejándote llevar por la equivalencia ‘mental/cognitivo’? En mi opinión, es como si yo quisiera hablar particularmente de las ‘bolas azules’ dentro del conjunto mayor de las ‘cosas azules’, y tú me preguntaras ‘¿qué diferencia hay, si todas son azules?’.

    ¿Y cuál es la diferencia? Reformulo ahora la cuestión, aunque repita lo que a mi juicio ya quedaba claro en el artículo: La razón de subrayar la noción de ‘registro’ está en el deseo de centrarme en las dificultades de recuperar, desde el estado de conciencia ordinario, la información registrada en un estado mental distinto. Por ejemplo: Hablas de tu experiencia con ‘tripis’; quizás hayas vivido, entonces, esa sensación, que procuran a veces esas sustancias, de comprender algo de una forma completa y cabal, de un modo que podríamos llamar ‘holístico’, y que tiene diferencias sustanciales con las posibilidades de comprensión –con la ‘sensación’ de comprender- propias del estado de conciencia normal. Entre una y otra comprensiones hay una distancia: yo apunto a esa distancia, o a algo parecido, y me pregunto qué significa, qué conlleva, qué ocurre con esa distancia cuando nos instalamos en la conciencia normal, y, sobre todo, qué puede implicar todo ello en el campo de la creación y recepción de obras de arte… y en Rayuela particularmente, pues tengo razones para creer que esa cuestión es decisiva en la comprensión cabal de la mayor obra de Cortázar, no por la cuestión de las sustancias, que no tiene cabida en Cortázar, sino por fenómenos cognitivos de un rango equivalente.

    Con respecto a los extractos de Castaneda, podría responder a tus objeciones una por una, aportando argumentos y razonamientos que seguramente no te dejarían satisfecho, como a mí no me satisfacen tus agudos análisis de ese pequeño corpus. Los dos párrafos anteriores serían un ejemplo de por dónde iría mi réplica a tus comentarios; mi impresión general es que podríamos encontrar pequeños acuerdos, pero que en el fondo seríamos irreductibles. En todo caso, ese debate me distraería ahora mismo del núcleo de mi discurso; por tanto, te propongo que me permitas exponer primeramente los otros dos artículos que faltan para completar la serie de la casuística, y que sigamos discutiendo la cuestión a partir de ahí. Entiéndeme: no pretendo escurrir el bulto, sino tan sólo posponerlo, a la espera de tener más elementos para su consideración. ¿Trato hecho?

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  4. Acepto el trato, con la esperanza de que en el fondo - o en lo que respecta al núcleo de tu discurso, al menos - no seamos irreductibles.

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  5. ...por cierto, La Piedra Lunar de Wilkie Collins, con prólogo inconfundiblemente geométrico... del viejito !!
    aquí:
    http://books.google.es/books?id=icNPdWQBijsC&printsec=frontcover&dq=la+piedra+lunar+wilkie+collins&hl=es&ei=8HNHTJXkIuaT4gaU5bn6CA&sa=X&oi=book_result&ct=result&resnum=1&ved=0CDAQ6AEwAA#v=onepage&q&f=true

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  6. La Cabeza de Baphomet siempre ha de quedar en misterio o en enigma anfibológico, encantatoriamente asociada a las Cabezas parlantes de los chismes medievales. Las Cabezas de IANUS y los Juanes que ríen y lloran, que dan al pasado y al futuro; las soltisciales y la oculta del HIC ET NUNC son las más evidentes en la RAYUELA como la de HERÁCLITO como una planta escatológica. No obstante, el BAPHOMET, allende las especulaciones etimológicas y ocultistas, se presume núcleo más apócrifo de la RAYUELA...

    Sea como sea "Para una teoría del entusiasmo" es un blog en el que Jorge Fraga propone unas lecturas y unos usos de la RAYUELA de Julio Cortázar, interpretando los propósitos mágicos, demiúrgicos y de una creatividad poética (valga la redundancia) que no sólo compite con las virtudes de la religión y el esoterismo sino que aun puede superarlas. Aunque ni el amigo Fraga ni el propio Cortázar hayan postulado la autonomía de lo poético como vía de realización, ello va de suyo en la obra del chamán tipográfico y en las glosas de Fraga.

    Invito a los que creen en la teoría y el método cortazariano del lector "macho" a que participen en este blog. Agradezco a ANÓNIMO por todo lo que aporta y todo lo que mueve a seguir glosando a Fraga.

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  7. ¿La RAYUELA es FRASEO DEL SAXO?



    Publicado: Mie Oct 19, 2011 6:51 pm Título del mensaje:
    Y justo hoy una esclarecida ensoñadora, Anabella (Bella Gracia Divina) me ha mandado este poema de KEROUAC que retoma nuestro tema:



    Ensueños para Ginsberg
    Tendido de espaldas a medianoche
    oyendo el extraño tañer maravilloso
    de las campanas, y sé que es media—
    noche y en ese instante el mundo
    entero fluye a mi vista
    en forma de hermosos enjam-
    bres estúpidos de palabras...
    todo está sucediendo, brillando
    tierras de Buda, bhuti
    inflamado de fe, sé que acertaré
    siempre & todo lo que tengo
    que hacer (cuando oigo las cotidianas
    voces vivientes de damas hablando
    en una cocina a medianoche
    hule tazas de cacao
    pastel desagüe del fregadero...) quiero
    escribir esto, todas las conversaciones
    de todas las partes del mundo,
    esta mañana, de-
    jando que se abran espacios entre paréntesis
    para acompañar mis más íntimos
    pensamientos —con rugidos de todo
    mi cerebro— el mundo entero
    rugiendo —vibrando— lo escribo,
    a toda máquina, 1.000 palabras
    (de páginas) comprimidas en un segundo
    de tiempo —he estado
    ataviado & peinado de oro en
    el famoso atardecer griego
    de alguna ciudad griega
    Inmortal Fama & ellos
    tienen que encontrarme donde encuentran
    las vendas de mi
    mortaja volando
    bandera ondeando Lucien
    Medianoche de vuelta a sus
    bocas —Gore Vidal se confundiría
    mucho, aburrido—
    mis palabras serán escritas en oro
    & guardadas en bibliotecas como
    Finnegans Wake & Visions of Neal

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    garra de águila
    Invitado





    Publicado: Mie Oct 19, 2011 7:24 pm Título del mensaje:
    genial.

    el poemas és escrito por ella o allen ginsberg? -

    esa es una upaya classica, no? -que el nagual jorge ben llamó de ''el impulso de sondar él espacio''. -y Llansol '' LO QUE SOY (...) ÉS LA INTRUSION ABSOLUTA DE ME CUERPO EN MEDIO AL TUDO/////'' -

    Y QUE, MUCHO MÁS MODESTAMIENTE, YO LOGRÉ HACER UNA SINGELA REFERENCIA ÁL EVOCAR A ÉL UNO NIÑO JAPONÊS DE CUATRO 5 ANOS QUE QUERIA ''IMPRIMIR LA WEBV''...

    MI OPINIÓN ÉS UQE SE TRATA DE UNA SOLA Y UNICA COSA -ASPIRACIÓN ESPIRITUAL POR EL LOGOS TERRESTRE -el logos terrestre és él CUERPO SIN ORGANOS de Artaud, una espécie de mandala psico-fisica absorvida dentro de si mismo y con lo cual él, ANTONIN ARTAUD, EL MOMO, se dissuelve , superficie miraculante deatravesada/percorrida por CUANTIDADES INTENSIVAS, CON LAS CUALES EL ESQUIZOFRENICO-XAMA-INICIADO-MAGO-GUERRERO forjará su CÓDIGO ALTERNATIVO DE REGISTRO para figir dela fijación delo CODIGO SOCIAL CORRIENTE... ÉL codigo esquizofrenico solamente acompana el codigo social para hacer su parodia y extrair la quintessencia del humor negro

    ...lá donde él estaba revelado.
    Volver arriba


    Invitado






    Publicado: Mie Oct 19, 2011 7:41 pm Título del mensaje:
    Y A PROPÓSITO,
    no tuve oportunidad de rerlatar lo de unos días atras, cuando desperté en el terrazo de una chica na casa dela cual habia dormido, a las cinco y poca dela manñana, y fue hacer enlogamientos bajo la neblina, oíndo BIG BILL BRONZY... media hora despues, retomé la lectura de rayuela, y la estaba él, big bill bronzy, llenando las paginas del libro insólito.

    un claro ejemplo delo que sea la experiencia del logos terrestre. big bill bronzy experience.
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    ingeneratus



    Registrado: 05 Dic 2010
    Mensajes: 1694

    Publicado: Mie Oct 19, 2011 7:49 pm Título del mensaje:
    Así que vos, invitado, sos de los que MACHEAN la RAYUELA ( llevaré tu comentario al blog elementos para una teoría del entusiasmo, en el que un amigo pondera el swing de la RAYUELA) Y amigo garra, el poema es de Keroac sobre el que, según la instrucción de otro amigo, el sheik yerbouti, veo que se relaciona con el FRASEO DEL SAXO, cosa que supongo que Jorge Fraga postula para la RAYUELA ¿Así, sería una PUERTA muy buena EL PERSEGUIDOR para la decoficación macha de RAYUELA?



    Mirá muchacha borgeana y como tal no creerás en las cuasualidades ("No hay una cosa que no sea una letra silenciosa de la eterna escritura silenciosa indescifrable cuyo libro es el tiempo"). El amigo del que te hablaba y hacía siglos que no daba señales de humo, el sheik yerbouti, bien te fuiste a la plaza me mandó un mensaje para reunirnos el sábado con el otro pibe que te decía. Y le comenté lo del poeta que me hiciste conocer y resultó otra sincronía porque anoche y durante los últimos días en distintos cursos estuvimos ponderando la sacralidad de Ch.Parker a propósito de EL PERSEGUIDOR de Cortázar. Mirá lo que me dijo. "Igualmente una alegría, saludos a la muchacha
    Ese Keroac es de la "beat generation", herederos de Henry Miller y de la prosa espontánea; también entra Charlie Parker con el asunto del fraseo del saxo." Del saxo de Ch P. hasta anoche he escuchado diversas tesis de alumnos y en el blog de Jorge Fraga la idea es que RAYUELA es un "fraseo del saxo"

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  9. Garra de ´/aguila
    Invitado





    : VIDA RECTA
    qué exactamente Carlos CASTENADA -sabidamiente un apaisionado por la ´música del nagual y Maestro Antonio Carlos Jobim - quiz dicer con (en la ocasión dela muerte de TOM Jobim) -

    ''TOM JOBIM TUVE UNA VIDA RECTA''.

    a titulo de esclarecimineto, Tom /jobim era un bohemio inveterado, humante compulsivo, pero, era un hombre eternamiente fiel a sus amadas esposas. y un genio indiscutible como Van GOGH, VINDO A RERALIZAR SU ''ALQUIMIA MUSICAL'' desde el mismo métode de transmutación, en aquello proceso en que se toma LA NATUREZA POR OBJETO y el cuerpo humano como crisol... y era recíproca su profunda admiración por la obra de castaneda, vindo a citar los 'cuatro enemigos del hombre del conocimineto'' más de una vez.


    ingeneratus




    Carlos Castaneda ha sido un chamán real, Julio Cortázar en calzoncillos de nylon ( según él). Sin conocer la historia percibo la analogía entre CARLOS CASTANEDA-JOBIM y JULIO CORTÁZAR-CHARLIE PARKER...

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  10. El reportaje de Castaneda, está pletórico de poder porque se trata de la tradición opuesta a la establecida. La tradición de la brujería, aveces mezclada por religión, pero brujería al fin y al cabo pues saben que van a morir.

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    Respuestas
    1. Y sabiendo que iban a morir, se esforzaban en ser impecables.
      Lo cual se echa mucho en falta en este instrumento postmoderno que es la red.

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