Elementos para una TEORÍA DEL ENTUSIASMO

La cara oculta de RAYUELA. Por Jorge Fraga

12 de enero de 2012

Entusiasmosofía (VI, bis)

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A Freud se le atribuye actualmente el haber hecho al mundo consciente de su Inconsciente. Esto sólo en parte es verdad. Freud logró que el mundo notara sólo un aspecto del Inconsciente, el hemisferio del primitivismo animal. Una visión mucho más completa del Inconsciente la brinda el viejo contemporáneo de Freud F. W. H. Myers, cuya gran cantidad de estudios sobre la «conciencia subliminal» constituye, en palabras de William James, «el primer intento» de examinar los fenómenos de la alucinación, el hipnotismo, el automatismo, la doble personalidad y lo mediúmnico –y James podría haber añadido «el genio, la inspiración y el sueño» a su lista– como partes conectadas de un tema entero». (…) Freud subrayó sin fundamento lo que llamamos el aspecto negativo del Inconsciente e ignoró sus aspectos positivos, mucho más importantes. El freudiano tiende a pensar que la casa de la mente tiene sólo dos pisos –una planta baja de conciencia personal, y un sótano lleno de basura y de ratas y escarabajos negros–, el inconsciente personal, el hogar de los deseos reprimidos, los conflictos subterráneos, supurando las ruinas de un pasado que se niega a morir. Pero de hecho, como subraya Myers, la casa de la mente es una estructura de muchos pisos, y el subsuelo no tiene piso, y el ático no tiene techo. Como ha sostenido Myers y como todos los maestros de la vida espiritual han sabido opr experiencia directa, ambos se abren al infinito de lo que James llamó la conciencia Cósmica, lo que los místicos llaman la cabeza de Dios, el Atman-Brahmin, la Luz Cristalina, el Vacío. Y en alguna parte hacia estos altillos sin techos, estas catacumbas sin fondo, se encuentran las regiones de las que el genio toma su inspiración.

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Aldous Huxley, «El genio» (1956)

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23 comentarios:

  1. No sólo por citar o nombrar a Wordsworth hasta 800 veces en un mismo libro le debo mi simpatía a Aldous Huxley, sino ( ahora lo sé gracias a estas citas de J.F.) por haber sido fiel al agua primitiva y no comprar el agua nueva, adulterada o pescado podrido freudiano. Se advierte así que A.H. estaba por encima , por fuera de la pecera de "aguas cambiadas", de la hipnosis epocal.


    Así como RENÉ GÉNON y AUROBINDO GOSH sabía que el psicoanálisis anega en las ciénagas que precedían a las iniciaciones, que es mera contrahechura y parodia sacramental, pura rehabilitación social domesticada y completa esterilización social.

    Al igual que JAMES JOYCE, que lo ninguneó con magistral y súbita gaya ciencia, respondiendo a la pregunta de qué pensaba de Freud: "I am Freud", no se prosternaba ante el nuevo capanga ideológico de la ergástula.

    Como Julius Evola, en Gustav Meyrink, suponía mejores y más completas doctrinas y métodos en un sentido liberador, en algún otro estetosófo.

    Al igual que CARL GUSTAV JUNG, que no veía la ventaja de cambiar demonio, posesión por neurosis, deploraba el mero malabarismo nominal al servicio de una inversión y una reducción risibles.

    Los desmanes del psicoanális es un título guenoniano. Los alcances de dichos desmanes aún no acaban de ponderarse.

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  2. Los desmanes del psicoanálisis, de René Guénon.


    Siempre volviendo al faro oriental y occidental.

    Y el pneuma providencial galo tenía razón...

    La ininteligibilidad egomaníaca del sacramento del diablo...


    Uno de los casos más graves de contrariar a PARMÉNIDES que nos advirtió de la esterilidad de toda indagación contingente, fenoménica, de toda dirección hacia el misterio ininteligible de la substancia tenebrosa, es el del psicoanálisis, pantomima de rehabilitación social esterilizadora espiritualmente; pneumáticamente denunciado por Guénon, exahustivamente rechazado por Sri Aurobindo Gosh...



    Los desmanes del psicoanálisis, de René Guénon

    CAPÍTULO XXXIV del libro El reino de la cantidad y los signos de los tiempos (1945) de René Guénon.



    Si de la filosofía pasamos a la psicología, constatamos que en ella aparecen las mismas tendencias, en las escuelas más recientes, bajo un aspecto mucho más peligroso todavía, ya que en lugar de no traducirse más que por simples opiniones teóricas, encuentran en ellas una aplicación práctica de un carácter muy inquietante; los más «representativos» de estos métodos nuevos, desde el punto de vista en el que nos colocamos, son los que se conocen bajo la designación general de «psicoanálisis». Por lo demás, hay que destacar que, por una extraña incoherencia, ese manejo de elementos que pertenecen incontestablemente al orden sutil continua acompañándose no obstante, en muchos psicólogos, de una actitud materialista, debida sin duda a su educación anterior, y también a la ignorancia en la que están con respecto a la verdadera naturaleza de esos elementos que ponen en juego; ¿no es uno de los caracteres más singulares de la ciencia moderna no saber nunca exactamente con qué está tratando en realidad, incluso cuando se trata simplemente de las fuerzas del dominio corporal? Por lo demás, no hay que decir que una cierta «psicología de laboratorio», conclusión del proceso de limitación y de materialización en el que la psicología «filosófico-literaria» de la enseñanza universitaria no representaba más que una etapa menos avanzada, y que ya no es realmente más que una suerte de rama accesoria de la fisiología, coexiste todavía con las teorías y los métodos nuevos; y es a ésta a la que se aplica lo que hemos dicho precedentemente de las tentativas hechas para reducir la psicología misma a una ciencia cuantitativa.

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  3. El caso de Freud mismo, el fundador del «psicoanálisis», es completamente típico desde este punto de vista, ya que jamás ha cesado de proclamarse materialista. —Una precisión de pasada: ¿por qué los principales representantes de las tendencias nuevas, como Einstein en física, Bergson en filosofía, Freud en psicología, y muchos otros todavía de menor importancia, son casi todos de origen judío, si no es porque hay algo ahí que corresponde exactamente al lado «maléfico» y disolvente del nomadismo desviado, el cual predomina inevitablemente en los judíos desvinculados de la tradición?


    Ciertamente, hay mucho más que una simple cuestión de vocabulario en el hecho, muy significativo en sí mismo, de que la psicología actual no considera nunca más que el «subconsciente», y no el «superconsciente» que debería ser lógicamente su correlativo; sin duda, eso es efectivamente la expresión de una extensión que se opera únicamente por abajo, es decir, por el lado que corresponde, aquí en el ser humano, como por otras parte en el medio cósmico, a las «fisuras» por las que penetran las influencias más «maléficas» del mundo sutil, y podríamos decir incluso las que tienen un carácter verdadera y literalmente «infernal».

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  4. Algunos adoptan también, como sinónimo o equivalente de «subconsciente», el término «inconsciente», que, tomado al pie de la letra, parecería referirse a un nivel todavía inferior, pero que, a decir verdad, corresponde menos exactamente a la realidad; si aquello de lo que se trata fuera verdaderamente inconsciente, no vemos siquiera cómo sería posible hablar de ello, y sobre todo en términos psicológicos; y por lo demás, ¿en virtud de qué, si no es de un simple prejuicio materialista o mecanicista, sería menester admitir que existe realmente algo inconsciente? Sea como sea, lo que es también digno de observación, es la extraña ilusión por la que los psicólogos llegan a considerar algunos estados como tanto más «profundos» cuando solo son simplemente más inferiores; ¿no hay ya en eso como un indicio de la tendencia a ir contra la espiritualidad, que es la única que puede llamarse verdaderamente profunda, puesto que es la única que toca al principio y al centro mismo del ser? Por otra parte, puesto que el dominio de la psicología no está extendido hacia arriba, el «superconsciente», naturalmente, permanece para ella más completamente extraño y cerrado que nunca; y, cuando ocurre que encuentra algo que se refiere a él, pretende anexárselo pura y simplemente asimilándolo al «subconsciente»; ese es, concretamente, el carácter casi constante de sus pretendidas explicaciones concernientes a cosas tales como la religión, el misticismo, y también a algunos aspectos de las doctrinas orientales como el Yoga; y, en esta confusión de lo superior con lo inferior, hay ya algo que puede considerarse propiamente como constituyendo una verdadera subversión.

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  5. Destacamos también que, por la llamada al «subconsciente», la psicología, lo mismo que la «filosofía nueva», tiende a juntarse cada vez más a la «metapsíquica»[2]; y, en la misma medida, se acerca inevitablemente, aunque sin quererlo quizás (al menos en cuanto a aquellos de sus representantes que entienden permanecer materialistas a pesar de todo), al espiritismo y a otras cosas más o menos similares, cosas que se apoyan todas en definitiva, sobre los mismos elementos obscuros del psiquismo inferior. Si esas cosas, cuyo origen y carácter son más que sospechosos, hacen así figura de movimientos «precursores» y aliados de la psicología reciente, y si ésta llega, aunque sea por un camino desviado, pero por eso mismo más cómodo que el de la «metapsíquica» que todavía se discute en algunos medios, a introducir los elementos en cuestión en el dominio corriente de lo que se admite como ciencia «oficial», es muy difícil pensar que el papel verdadero de esta psicología, en el estado presente del mundo, pueda ser otro que el de concurrir activamente a la segunda fase de la acción antitradicional.

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  6. A este respecto, la pretensión de la psicología ordinaria, que señalábamos hace un momento, de anexarse, haciéndolas entrar por la fuerza en el «subconsciente», algunas cosas que se le escapan enteramente por su naturaleza misma, no se relaciona todavía, a pesar de su carácter claramente subversivo, más que con lo que podríamos llamar el lado infantil de ese papel, ya que las explicaciones de este género, al igual que las explicaciones «sociológicas» de las mismas cosas, son, en el fondo, de una ingenuidad «simplista» que llega a veces hasta la necedad; en todo caso, eso es incomparablemente menos grave, en cuanto a sus consecuencias efectivas, que el lado verdaderamente «satánico» que vamos a tener que considerar ahora de una manera más precisa en lo que concierne a la psicología nueva.

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  7. Este carácter «satánico» aparece con una claridad muy particular en las interpretaciones psicoanalíticas del simbolismo, o de lo que se da como tal con razón o sin ella; hacemos esta restricción porque, sobre este punto como sobre tantos otros, si se quisiera entrar en el detalle, habría que hacer muchas distinciones y habría que disipar muchas confusiones: así, para tomar solo un ejemplo típico, un «sueño» en el que se expresa alguna inspiración «suprahumana» es verdaderamente simbólico, mientras que un sueño ordinario no lo es en modo alguno, cualquiera que puedan ser las apariencias exteriores. No hay que decir que los psicólogos de las escuelas anteriores ya habían intentado muy frecuentemente, ellos también, explicar el simbolismo a su manera y reducirle a la medida de sus propias concepciones; en parecido caso, si es verdaderamente de simbolismo de lo que se trata, esas explicaciones por elementos puramente humanos, ahí como por todas partes donde se tocan cosas de orden tradicional, desconocen todo lo que constituye su fondo esencial; si al contrario no se trata realmente más que de cosas humanas, ya no es más que un falso simbolismo, pero el hecho mismo de designarle por este nombre implica todavía el mismo error sobre la naturaleza del verdadero simbolismo.

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  8. Esto se aplica igualmente a las consideraciones a las que se libran los psicoanalistas, pero con la diferencia de que entonces ya no es de «humano» de lo que es menester hablar solo, sino también, en una medida muy amplia, de «infrahumano»; así pues, esta vez se está en presencia, ya no de una simple reducción, sino de una subversión total; y toda subversión, incluso si no es debida, inmediatamente al menos, más que a la incomprehensión y a la ignorancia (que, por lo demás, son lo que mejor se presta a ser explotado para un tal uso), es siempre, en sí misma, propiamente «satánica». Por lo demás, el carácter generalmente innoble y repugnante de las interpretaciones psicoanalíticas constituye, a este respecto, una «marca» que no podría engañar; y lo que es todavía particularmente significativo desde nuestro punto de vista, es que, como lo hemos mostrado en otra parte[3], esta misma «marca» se encuentra precisamente también en algunas manifestaciones espiritistas; ciertamente, sería menester mucha buena voluntad, por no decir una completa ceguera, para no ver en eso nada más que una simple «coincidencia». Naturalmente, en la mayoría de los casos, los psicoanalistas pueden ser tan completamente inconscientes como los espiritistas de lo que hay realmente debajo de todo eso; pero los unos y los otros aparecen como igualmente «conducidos» por una voluntad subversiva que utiliza en los dos casos elementos del mismo orden, cuando no exactamente idénticos, voluntad que, sean cuales sean los seres en los que está encarnada, es ciertamente muy consciente en éstos al menos, y responde a unas intenciones sin duda muy diferentes de todo lo que pueden imaginar aquellos que no son más que los instrumentos inconscientes por los cuales se ejerce su acción.

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  9. En estas condiciones, es muy evidente que el uso principal del psicoanálisis, que es su aplicación terapéutica, no puede ser sino extremadamente peligroso para los que se someten a él, e incluso para aquellos que lo ejercen, ya que esas cosas son de las que nadie maneja nunca impunemente; no sería exagerado ver en eso uno de los medios especialmente puestos en obra para acrecentar lo más posible el desequilibrio del mundo moderno y conducir a éste hacia la disolución final[4]. Aquellos que practican estos métodos están bien persuadidos, al contrario, no lo dudamos, de la beneficencia de sus resultados; pero es justamente gracias a esta ilusión por lo que su difusión se hace posible, y es en eso donde puede verse toda la diferencia que existe entre las intenciones de esos «practicantes» y la voluntad que preside la obra de la que no son más que colaboradores ciegos. En realidad, el psicoanálisis no puede tener como efecto más que hacer salir a la superficie, haciéndolo claramente consciente, todo el contenido de esos «bajos fondos» del ser que forman lo que se llama propiamente el «subconsciente»; por lo demás, ese ser es ya psíquicamente débil por hipótesis, puesto que si fuera de otro modo, no sentiría de ningún modo la necesidad de recurrir a un tratamiento de este tipo; así pues, es tanto menos capaz de resistir a esta «subversión», y se arriesga mucho a hundirse irremediablemente en ese caos de fuerzas tenebrosas imprudentemente desencadenadas; si, a pesar de todo, llega no obstante a escapar de ellas, guardará al menos, durante toda su vida, una huella que será en él como una «mancha» imborrable.

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  10. Sabemos bien lo que algunos podrían objetar aquí invocando una similitud con el «descenso a los Infiernos», tal como se encuentra en las fases preliminares del proceso iniciático; pero una tal asimilación es completamente falsa, ya que el propósito no tiene nada de común, como tampoco lo tienen, por lo demás, las condiciones del «sujeto» en los dos casos; solo se podría hablar de una suerte de parodia profana, y eso mismo bastaría para dar a eso de lo que se trata un carácter de «contrahechura» más bien inquietante. La verdad es que este pretendido «descenso a los Infiernos», que no es seguido por ningún «reascenso», es simplemente una «caída en la ciénaga», según el simbolismo usado en algunos Misterios antiguos; se sabe que esta «ciénaga» tenía concretamente su figuración sobre la ruta que llevaba a Eleusis, y que aquellos que caían en ella eran profanos que pretendían a la iniciación sin estar cualificados para recibirla, y que, por consiguiente, solo eran víctimas de su propia imprudencia. Agregaremos solo que existen efectivamente tales «ciénaga» tanto en el orden macrocósmico como en el orden microcósmico; esto se vincula directamente a la cuestión de las «tinieblas exteriores»[5], y se podrían recordar, a este respecto, algunos textos evangélicos cuyo sentido concuerda exactamente con lo que acabamos de indicar. En el «descenso a los Infiernos», el ser agota definitivamente algunas posibilidades inferiores para elevarse después a los estados superiores; en la «caída en la ciénaga», las posibilidades inferiores se apoderan al contrario de él, le dominan y acaban por sumergirle enteramente.

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  11. Acabamos de hablar también aquí de «contrahechura»; esta impresión es enormemente reforzada por otras constataciones, como la de la desnaturalización del simbolismo que hemos señalado, desnaturalización que, por lo demás, tiende a extenderse a todo lo que conlleva esencialmente elementos «suprahumanos», así como lo muestra la actitud tomada al respecto de la religión[6], e incluso de las doctrinas de orden metafísico e iniciático tales como el Yoga, que tampoco escapan ya a este nuevo género de interpretación, hasta tal punto que algunos llegan hasta a asimilar sus métodos de «realización» espiritual a los procedimientos terapéuticos del psicoanálisis. Hay algo ahí peor todavía que las deformaciones más groseras que tienen curso igualmente en Occidente, como la que quiere ver en esos mismos métodos del Yoga una suerte de «cultura física» o de terapéutica de orden simplemente fisiológico, ya que éstas son, por su grosería misma, menos peligrosas que las que se presentan bajo aspectos más sutiles. La razón de ello no es solo el que estas últimas impliquen el riesgo de seducir algunos espíritus sobre los cuales las demás no habrían podido tener ninguna presa; esta razón existe ciertamente, pero hay otra, de un alcance mucho más general, que es la misma por la que las concepciones materialistas, como lo hemos explicado, son menos peligrosas que las que hacen llamada al psiquismo inferior. Bien entendido, la meta puramente espiritual, que es la única que constituye el Yoga como tal, y sin la cual el empleo mismo de esta palabra no es más que una verdadera irrisión, no es menos totalmente desconocida en un caso que en el otro; de hecho, el Yoga no es una terapéutica psíquica como tampoco es una terapéutica corporal, y sus procedimientos no son de ninguna manera ni a ningún grado un tratamiento para enfermos o desequilibrados cualesquiera; muy lejos de eso, se dirigen al contrario exclusivamente a seres que, para poder realizar el desarrollo espiritual que es su única razón de ser, deben estar ya, únicamente por el hecho de sus disposiciones naturales, tan perfectamente equilibrados como es posible; en eso hay condiciones que, como es fácil comprenderlo, entran estrictamente en la cuestión de las cualificaciones iniciáticas[7].

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  12. No es eso todavía todo, y hay aún otra cosa que, bajo el aspecto de la «contrahechura», es quizás todavía más digna de observación que todo lo que hemos mencionado hasta aquí: es la necesidad impuesta, a quienquiera que quiere practicar profesionalmente el psicoanálisis, de ser previamente «psicoanalizado» él mismo. Eso implica ante todo el reconocimiento del hecho de que el ser que ha sufrido esta operación ya no es nunca tal cual era antes, o que, como lo decíamos hace un momento, le deja una huella imborrable, como la iniciación, pero en cierto modo en sentido inverso, puesto que, en lugar de un desarrollo espiritual, es de un desarrollo del psiquismo inferior de lo que se trata aquí. Por otra parte, en eso hay una imitación manifiesta de la transmisión iniciática; pero, dada la diferencia de naturaleza de las influencias que intervienen, y como no obstante hay un resultado efectivo que no permite considerar el asunto como reduciéndose a un simple simulacro sin ningún alcance, esta transmisión sería más bien comparable, en realidad, a la que se practica en un dominio como el de la magia, e incluso más precisamente de la brujería. Por lo demás, hay un punto muy obscuro, en lo que concierne al origen mismo de esta transmisión: como es evidentemente imposible dar a otros lo que uno mismo no posee, y como la invención del psicoanálisis es por lo demás algo reciente, ¿de dónde tienen los primeros psicoanalistas los «poderes» que comunican a sus discípulos, y por quién han podido ser ellos mismos «psicoanalizados» primero? Esta pregunta, que no obstante es lógico hacerse, al menos para quienquiera que es capaz de un poco de reflexión, es probablemente muy indiscreta, y es más que dudoso que se le dé nunca una respuesta satisfactoria; pero, a decir verdad, no hay necesidad de ella para reconocer, en una tal transmisión psíquica, otra «marca» verdaderamente siniestra por las aproximaciones a las que da lugar: ¡el psicoanálisis presenta, por ese lado, una semejanza más bien aterradora con algunos «sacramentos del diablo»!

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  13. Hay que notar, a este propósito, que Freud ha colocado, como encabezamiento de su Traumdentung, este epígrafe bien significativo: «Flectere si nequeo superos, Acheronta movebo» (Virgilio, Eneida, VII, 312).
    [2] Por lo demás, es el «psiquista» Myers quien inventó la expresión de subliminal consciousness, la cual, para mayor brevedad, fue reemplazada un poco más tarde, en el vocabulario psicológico, por la palabra «subconsciente».
    [3] Ver El Error Espiritista, 2ª parte, cap. X.
    [4] Otro ejemplo de esos medios nos lo proporciona el uso similar de la «radiestesia», ya que, ahí todavía, en muchos casos, son elementos psíquicos de la misma cualidad los que entran en juego, aunque se debe reconocer que ahí no se muestran bajo el aspecto «horrible» que es tan manifiesto en el psicoanálisis.
    [5] Uno podrá remitirse aquí a lo que hemos indicado más atrás a propósito del simbolismo de la «Gran Muralla» y de la montaña Lokâloka.
    [6] Freud ha consagrado a la interpretación psicoanalítica de la religión un libro especial, en el que sus propias concepciones están combinadas con el «totemismo» de la «escuela sociológica».
    [7] Sobre una tentativa de aplicación de las teorías psicoanalíticas a la doctrina taoísta, lo que es también del mismo orden, ver el estudio de André Préau, La Fleur d’or et le Taoïsme sans Tao, que es una excelente refutación de las mismas.

    Autor: Réne Guénon
    CAPÍTULO XXXIV del libro El reino de la cantidad y los signos de los tiempos (1945).

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  14. He visto con gratísima sorpresa que la china de Adán participa de este sitio. La saludo por este medio ya que ha resultado infructuoso por mensaje privado.

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  15. GURDJIEFF Y FREUD


    Cuando el mago de los sueños Sigmund Freud , intentó acercarse a Gurjdief ,no obtuvo respuesta , salió decepcionado del “priorato de Avon” exclamando “es un loco lejos del mundo “, Gurjdief le jugó una boutade al psicólogo, qué diez años antes declaró al mundo “el humor es una sublimación del dolor” .¿Como ceñir a este raro espécimen que oscila entre la locura y lo extra real?. Para Gurjdief la sicología moderna ofrecía solo un conocimiento parcial del ser humano. El hombre carecía de unidad y de voluntad , eso que nosotros llamamos voluntad , no es mas que un concurso de convenciones institucionales , un producto social ; el hombre construido de circunstancias .La psicología clásica, solo toca el agua con la punta de un pie , el hombre esta por venir .La psicología institucional habla de lo que el hombre “es”, la psicología esotérica de Gurjdief habla de lo que puede llegar a “ser”.Dicho de otra manera ,el mago misterioso de Fontaineibleau , acusaba al ciudadano moderno de ser una larva .¿Cómo no impresionar a una comunidad que se desangraba entre el delirio y la razón aplastante?¿y cómo aceptar una filosofía que atacaba de manera frontal el arte convencional y que en este , solo en este descansaba la sociedad actual? . L.Pawels , en su efímera estancia en esta clínica , cuenta su diferencia con el maestro , ya que este acusaba a la literatura de ser un resultado superficial de la realidad y de utilizar un leguaje “falso” y fútil . Pawels sale con los nervios destrozados y con el espíritu catapultado hacia la locura; Rene Dumal, cae rendido ante la mirada de un hombre que tensa las cuerdas del los nervios y escucha voces que repiten incesantemente su nombre, la locura lo cobija ; Muchos son los llamados , pocos los elegidos .
    En “Conversaciones con gente notable “Gurjdief, pone en la boca de un sabio Persa, un demoledor ataque contra una literatura complacida en la pura sensación-la literatura del “bon ton “-, y un arte occidental alejado de la verdadera problemática del hombre. En el lenguaje sagrado, el arte esta encaminado a crear un estado mental especifico sobre el receptor, el lenguaje occidental, sólo equivoca los sentidos y hunde al receptor en una confusión pasmosa. Pero ¿esto enamoraba a las mentes más brillantes de la época? DAVID AGUILAR

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  16. Siempre hemos insistido en el carácter de impostor y ladrón de Freud, de cuánto y cómo metió mano en los libros de la biblioteca de su maestro, de tasawuff e hinduismo, de los que dedujo como mono con navaja su teoría y método que, en gran parte, sólo es una parodia de la confesión y absolución de los consagrados según La Orden de Melkisedec...El tipo, tal cual lo aclaró muy bien Jung había logrado poder y era celoso de su prestigio ( por eso se entregaba , en secreto, a las boludeces más grandes, como la parapsicología, berreteada en la que creía realmente, pero ocultaba para no perder prestigio) y no creía para nada en su tesis de la LIBIDO ( le confesó a JUNG que lo había inventado para crear una nueva religión, la del sexo para competir con el auge de la pseudoespiritualidad que el confundía con espiritualidad); se quemó las pestañas estudiando la literatura de JOYCE y éste lo recontraninguneó; lo visitó a GURDJIEFF y éste ni si quiera lo miró... Ouspensky lo consideraba un chanta y no obtuvo de Gurdjieff ni siquiera una opinión sobre Freud: sólo una ironía: ¿Psicología? ¿Psicoanalizar a las máquinas? De lo que hay hablar es de mecánica no de psicología...


    Logró encandilar a los dadaístas, los surrealistas y a Aleister Crowley y a otros que le hicieron propaganda y hasta le brindaron a él métodos y estrategias que creyeron aprender de él... Fue burlado y esquilmado por Salvador Dalí...

    Los que con gran claridad y energía le bajaron el pulgar fueron RENÉ GUÉNON ( de un modo muy abstracto) y SRI AUROBINDO GOSH ( de un modo muy concreto, muy argumentado y ejemplificado. La carta - que no reencuentro por internet. en la que refuta lo freudiano como a cualquier otra psicología como REHABILITACIÓN SOCIAL y ESTERILIZACIÓN ESPIRITUAL es formidable)

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  17. De la transcripción de Mario César:

    "Gurjdief pone en la boca de un sabio Persa, un demoledor ataque contra una literatura complacida en la pura sensación (...) y un arte occidental alejado de la verdadera problemática del hombre. En el lenguaje sagrado, el arte ESTÁ ENCAMINADO A CREAR UN ESTADO MENTAL ESPECÍFICO SOBRE EL RECEPTOR, el lenguaje occidental, sólo equivoca los sentidos y hunde al receptor en una confusión pasmosa. Pero ¿esto enamoraba a las mentes más brillantes de la época? (DAVID AGUILAR, Gurdjieff y Freud)

    Aquí se halla planteada la misma problemática que yo expongo en "El estado de gracia: Yurkievich". El análisis de Yurkievich, sobre la base única de la novela, quiere describir los efectos de Rayuela en el lector, freudianamente, como "una confusión pasmosa"; es decir, dentro del marco de sensaciones propio de una literatura moderna desacralizada.

    En cambio, la mecánica del libro insólito, "encaminado a crear un estado mental específico en el receptor", opera por analogía sobre el espíritu del receptor: el descubrimiento de un sentido otro, por encima o por debajo del texto literal, se vincula con lo que don Juan llamaría "un desplazamiento del punto de encaje".

    Yurkievich, en una parte de su libro que yo no comenté, establece un vínculo directo entre Rayuela (su visión de Rayuela) y el surrealismo. Por supuesto, Freud, al que no cita, está por debajo... Ese vínculo Rayuela-surrealismo es declarado, real, y archiconocido (ahí está la Teoría del Entusiasmo para probarlo, efcetivamente, por si fuera necesario); pero Yurkievich no fue capaz de ver que en Rayuela ya no se trata del mismo Cortázar de 1940. ¡Como si entre 1940 y 1960 no hubiera sucedido nada! ¡Como si Cortázar no hubiera sido conmocionado por la experiencia de Guthmann! Al literalismo de Yurkievich hay que sumarle su inmovilismo...

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    1. (¡Uy! Donde dije 'Teoría del Entusiasmo', digo 'Teoría del Túnel', que sí está ahí para lo del surrealismo y Cortázar. Como mi sosias de "Los pasos en las huellas", me confundo con mi objeto de investigación)

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  18. Esta es mi visión del asunto, respecto al autor de Rayuela:

    La influencia de Guthmann (y, a través suyo, de Ramana Maharsi) sobre Cortázar fue lo que permitió a este último rebasar su inicial horizonte de sentido -en el que el surrealismo freudiano ocupaba mucho lugar- para saltar hacia una nueva dimensión de su arte. Este salto se pone en evidencia, ya antes de Rayuela, en "El perseguidor" y Los premios.

    "Como si hubiera terciado en la conversación un interlocutor más complejo"; fue Maharsi, en última instancia, quien incidió en ese cambio cortazariano que Yurkievich, empapado de freudismo, no supo percibir.

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  19. Cuánto me alegra el ver cómo reúne y resuelve todo. Gracias: Ud. sabe que este nudo gordiano de Cortázar me importa tanto como los bíblicos y otras jeroglíficas , y radica mi propio nudo y soporta más que adicional o paralelamente, en completa sinfronía, el juego de mi revelación y develación. Está de más que aclare que lo mismo vale para Ud., sólo que yo sólo lo intuyo y Ud. lo labora, comprueba y demuestra.

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    1. Gracias también a Ud, Mario César, por sus valiosas aportaciones

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  20. “Aún sois conscientes de la conciencia más física: sucede así con casi todo el mundo. Cuando se penetra en ella plena o exclusivamente, se percibe que es como la de un animal, sea oscura y agitada, sea inerte y estúpida, pero, en ambos casos, cerrada a lo `divino’. Sólo aplicándole la fuerza y la conciencia superiores se le podrá cambiar esencialmente. Cuando esos movimientos se presenten, no os dejéis trastornar por su aparición, pues comprended que surgen para ser transformados. ”
    (…)
    Siempre se debería comenzar por una experiencia positiva y no por una negativa, y hacer que algo de la naturaleza divina descienda sobre las partes que deben modificarse en el ser consciente. Una vez realizado esto de manera suficiente y cuando ya existe una firme base positiva, pueden alzarse sin miedo los elementos adversos ocultos en el subconsciente para destruirlos y eliminarlos con el poder de la tranquilidad, de la luz, de la fuerza y del conocimiento `divinos’.”

    (…)

    “Vuestra práctica del psicoanálisis era un error; al menos por un tiempo, ha dificultado y complicado la labor de purificación. El psicoanálisis de Freud es lo último que debería asociarse con el yoga (…)

    “El primero se apodera de una cierta parte de la naturaleza, la más sombría, peligrosa y malsana: la región subconsciente del vital inferior. Aísla sus fenómenos más mórbidos y les atribuye una acción desproporcionada a su verdadero papel natural…

    “Es cierto que el subconsciente es la parte más importante de la naturaleza humana y la que esconde el secreto de los dinamismos invisibles que explican sus actividades en la superficie. Pero el subconsciente vital inferior, que es todo lo que el psicoanálisis de Freud parece conocer (y de él, poco más que unos cuantos rincones mal iluminados), no es nada más que una porción limitada y muy inferior del conjunto subconsciente. El yo subconsciente se sitúa detrás y sostiene a todo el hombre superficial; encierra un ente mental, más amplio y eficaz, tras el ente mental de superficie, un ente vital más vasto y poderoso tras el superficial, una conciencia física más sutil y más libre tras la existencia corporal de superficie, etc…”

    SRI AUROBINDO

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