Elementos para una TEORÍA DEL ENTUSIASMO

La cara oculta de RAYUELA. Por Jorge Fraga

1 de marzo de 2017

Intercesores (...60, 61, 62, 63, 64...)

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Cortázar tendió diversos puentes entre la cara visible de Rayuela (es decir, la novela) y su cara oculta (es decir, el Disculibro), y se refirió a ellos como «intercesores». Siempre metafóricos, siempre distintos, siempre ambiguos, los intercesores repiten una y otra vez la misma idea: un contenido más auténtico se esconde tras la fachada de lo literal. ¿Cuántas veces lo dijo? ¿Cuántas metáforas distintas utilizó?

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El capítulo 86 empieza de este modo: «Los del Club (...) sostenían que era más fácil entender a Morelli por sus citas que por sus meandros personales». Esta declaración incumbe igualmente a los intercesores: en algunas de las citas aportadas por Morelli podemos encontrar las principales cuestiones relativas al contenido oculto del libro. Los cinco casos de hoy se inscriben en esta línea.
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Para una comprensión cabal del intercesor 62, debe tenerse en cuenta lo que se dice en (y acerca de) los intercesores 11, 12, 13, 14 y 15. A su vez, el intercesor número 64 coincide con el borrado número 1, del que ya se habló en otro momento. El soupirail de Dumas es un sinónimo de «intercesor».
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(60)
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Rayuela, capítulo 86
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La existencia interna, la esencia de las cosas se le escapa (…) no puede incorporar a su propia estructura la realidad de las estructuras profundas que examina. Para conseguirlo, debería cambiar de estado, sería necesario que otras máquinas que las usuales se pusieran a funcionar en el cerebro, que el razonamiento binario fuese sustituido por una conciencia analógica que asumiera las formas y asimilara los ritmos inconcebibles de esas estructuras profundas
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Le matin des magiciens
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(61)
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Rayuela, capítulo 102
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¿Cuáles son las cosas que me parecen extrañas? Las más triviales. Sobre todo, los objetos inanimados. ¿Qué es lo que parece extraño en ellos? Algo que no conozco. ¡Pero es justamente eso! ¿De dónde diablos saco esa noción de “algo”? Siento que está ahí, que existe. Produce en mí un efecto, como si tratara de hablar. Me exaspero, como quien se esfuerza por leer en unos labios torcidos de un paralítico, sin conseguirlo. Es como si tuviera un sentido adicional, uno más que los otros, pero que no se ha desarrollado del todo, un sentido que está ahí y se hace notar, pero que no funciona. Para mí el mundo está lleno de voces silenciosas. ¿Significa eso que soy un vidente, o que tengo alucinaciones? 
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Robert Musil,
Die Vervirrungen des Zöglings Törless
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(62)
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Rayuela, Capítulo 110
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El sueño estaba compuesto como una torre formada por capas sin fin que se alzaran y se perdieran en el infinito, o bajaran en círculos perdiéndose en las entrañas de la tierra. Cuando me arrastró en sus ondas la espiral comenzó, y esa espiral era un laberinto. No había ni techo ni fondo, ni paredes ni regreso. Pero había temas que se repetían con exactitud
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ANAÏS NIN, Winter of Artifice
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(63)
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Rayuela, Capítulo 152
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Esta casa en que vivo se asemeja en todo a la mía: disposición de las habitaciones, olor del vestíbulo, muebles, luz oblicua por la mañana, atenuada a mediodía, solapada por la tarde; todo es igual, incluso los senderos y los árboles del jardín (...)
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¡Pero no vayan a pretender que soy yo! ¡Vamos! Todo es falso aquí. Cuando me hayan devuelto mi casa y mi vida, entonces encontraré mi verdadero rostro
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JEAN TARDIEU
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 (64)
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Manuscrito de Austin
cabecera de
«Del lado de allá»:
«je jette le lasso»
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…aujourd’hui je jette le lasso aussi bien qu’aucun homme du monde. Eh bien, comprenez-vous? Notre hôte a une cave très bien garnie, mais dont la clef ne le quitte pas; seulement, cette cave a un soupirail. Or, par ce soupirail, je jette le lasso; et comme je sais maintenant où est le bon coin, j’y puise
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Alexandre Dumas, Les trois mousquetaires, Chapitre xxv
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