Elementos para una TEORÍA DEL ENTUSIASMO

La cara oculta de RAYUELA. Por Jorge Fraga

15 de enero de 2013

¿ACASO CORTÁZAR NO LO DIJO? (Introducción a la obra de Jorge Fraga)


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La cara oculta de Rayuela
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En su Interpretación de los sueños, Sigmund Freud hablaba del contenido manifiesto y del contenido profundo de los relatos oníricos. La literalidad del primero es metáfora para el segundo, de tal modo que el auténtico significado del sueño queda escondido tras unas apariencias que lo muestran a la vez que lo ocultan. Pero Freud, con esta exégesis del sueño, no inventaba nada; lo que hizo fue trasladar al psicoanálisis una antigua tradición perteneciente al estudio de los textos sagrados. 
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Rayuela, la mayor obra de Julio Cortázar, también tiene un contenido manifiesto y un contenido profundo, como los sueños, como los textos sagrados. Horacio, la Maga, el Club de la Serpiente, el húmedo París; Traveler y Talita, el circo y el manicomio, el tórrido Buenos Aires: todo ello no son más que metáforas que muestran, y a la vez esconden, el contenido auténtico del libro. Dicho de otro modo: tras la superficie de la novela, un segundo libro aguarda la llegada del lector cómplice. Ese otro libro no es una novela; Cortázar se refería al mismo, en el Cuaderno de Bitácora, con la noción inventada de «Disculibro» ('el libro por descubrir'); y yo, a mi vez, lo he bautizado como «Rayuela insólito». Pero su nombre, su género, su categoría, son lo de menos; lo importante es que este texto oculto constituye el espíritu de Rayuela, su llama viva, así como la célebre novela constituye meramente su letra, los rescoldos. 
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Al parecer, el autor jamás habló abiertamente de este libro escondido tras la superficie de Rayuela, en los más de veinte años que sobrevivió a la publicación de la obra. De este modo los críticos, atentos únicamente a lo manifiesto, apenas han llegado a intuir ese trasfondo oculto. Y sin embargo, Cortázar sí habló de ello, y lo hizo, además, en diversas ocasiones; aunque siempre a su modo, es decir, con metáforas. Y las metáforas demandan de un lector activo que sepa reconducirlas a su origen; ¡y en esto han fallado tantos críticos, tantos lectores...! 
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Cortázar lo dijo antes, durante y después de Rayuela. Cada una de sus declaraciones, tomándola por separado, puede resultar ambigua y esquiva, frágil como un delgado junco. Y sin embargo, al unirlas apuntan todas hacia un mismo punto, con la fortaleza de un grueso haz de juncos. He aquí una selección de los ítems principales, que ya han sido tratados extensamente en otros momentos: 
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Desde antes:
LA CARTA DELATORA
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En mayo de 1960, en carta a su amigo Jean Barnabé, Cortázar describe el nuevo proyecto en que está sumido, con los siguientes términos:
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No sé lo que va a salir de una larga aventura a la que creo aludí en alguna otra carta. No es una novela, pero sí un relato muy largo que en definitiva terminará siendo la crónica de una locura. (…) La cosa es terriblemente complicada, porque me ocurre escribir dos veces un mismo episodio, en un caso con ciertos personajes, y en otro con personajes diferentes, o los mismos pero cambiados por circunstancias correspondientes a un tercer episodio. Pienso dejar los dos relatos de esos episodios, porque cada vez me convenzo más de que nada ocurre de una cierta manera, sino que cada cosa es a la vez muchísimas cosas. Esto, que cualquier buen novelista sabe, ha sido en general enfocado como lo hizo Wilkie Collins en The Moonstone, es decir, un mismo episodio “visto” por varios testigos, que lo van contando cada uno a su manera. Pero yo creo ir un poco más lejos, porque no cambio de testigo, sino que le hago repetir el episodio… y sale distinto.
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Aunque no lo parezca, nuestro escritor se está refiriendo a Rayuela. Y no lo parece porque en su lectura común Rayuela no guarda ninguna semblanza con La piedra lunar de Wilkie Collins. En su versión oficial, la obra de Cortázar se lee –también en la opción salteada– como el relato lineal de las andanzas de Horacio Oliveira por París y Buenos Aires; por lo tanto, no existe parecido alguno con la novela de Collins, en la que diversos personajes ofrecen relatos distintos de unos mismos acontecimientos.
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¿Qué pasó, entonces, con el proyecto descrito en esa carta? ¿Cortázar lo desechó, finalmente, a favor del libro que todos conocen? Para la lectura común de la obra, sólo cabe una respuesta afirmativa a esas preguntas. Y sin embargo, ¿cuál sería esa locura de la que Rayuela iba a ser la crónica? ¿Y cuál era aquél episodio repetido por el texto? Estas otras preguntas únicamente obtienen su respuesta al contemplar la existencia del Rayuela insólito; entonces se comprueba que Cortázar en ningún momento desechó el proyecto que describía en la carta de 1960. Leído en la clave adecuada, Rayuela es efectivamente la crónica de una locura y la repetición de un episodio.
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La carta a Barnabé es el único momento en que el escritor delata abiertamente los auténticos contenidos de su libro, que a partir de entonces se convertirán en su más guardado secreto. Las razones de ese silencio las encontraremos en el interior de Rayuela.
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Desde dentro:
DESPEDIDA, GRITO Y MUERTE
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En Rayuela hay múltiples momentos en los que se alude a la existencia de un texto oculto, ya sea en boca de Morelli, ya sea en boca de Horacio, ya sea en medio de cualquier diálogo. De todos ellos, el más significativo es sin duda el capítulo 97, que aporta las claves necesarias para captar cabalmente el asunto:
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A Gregorovius, agente de fuerzas heteróclitas, le había interesado una nota de Morelli: “Internarse en una realidad o en un modo posible de la realidad, y sentir cómo aquello que en una primera instancia parecía el absurdo más desaforado, llega a valer, a articularse con otras formas absurdas o no, hasta que del tejido divergente (con relación al dibujo estereotipado de cada día) surge y se define un dibujo coherente que sólo por comparación temerosa con aquél parecerá insensato o delirante o incomprensible. Sin embargo, ¿no peco por exceso de confianza? Negarse a hacer psicologías y osar al mismo tiempo poner a un lector –a un cierto lector, es verdad– en contacto con un mundo personal, con una vivencia y una meditación personales... Ese lector carecerá de todo puente, de toda ligazón intermedia, de toda articulación causal. Las cosas en bruto: conductas, resultantes, rupturas, catástrofes, irrisiones. Allí donde debería haber una despedida hay un dibujo en la pared; en vez de un grito, una caña de pescar; una muerte se resuelve en un trío para mandolinas. Y eso es despedida, grito y muerte, pero, ¿quién está dispuesto a desplazarse, a desaforarse, a descentrarse, a descubrirse?”
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La lectura común del libro no puede interpretar correctamente este capítulo. Para la Rayuela común, ¿qué es dibujo en la pared, qué es despedida? Sólo una lectura que contemple la existencia de una doble textualidad puede hacerse cargo de ello en la forma debida. Solamente así se entiende que el texto superficial, la novela Rayuela, es dibujo en la pared, caña de pescar y trío para mandolinas, mientras que despedida, grito y muerte, a su vez, conforman los contenidos del Rayuela insólito.
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Y entre ambos libros se abre un abismo: el salto que separa la conciencia ordinaria de una conciencia alterada. Morelli lo dice y lo repite, hasta de cuatro maneras distintas: «¿Quién está dispuesto a desplazarse, a desaforarse, a descentrarse, a descubrirse?». Ese abismo gnoseológico es lo que oculta y protege al libro ocultoEsta clave es ineludible: sin una participación efectiva en esa «ruptura de nivel», no hay acceso posible al verdadero contenido de RayuelaSe trata, en mis propios términos, del entusiasmo, tomado en su acepción etimológica de 'tener al dios dentro de uno'
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Después de Rayuela:
EL CUENTO MÁS ABURRIDO DE CORTÁZAR
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En su contenido manifiesto, el cuento de "Los pasos en las huellas" trata del investigador literario Jorge Fraga, que se embarca en el estudio en profundidad de un célebre poeta argentino, Claudio Romero, ya fallecido. A raíz de sus investigaciones, Fraga descubre que la mayor obra de Romero, la «Oda a tu nombre doble», se basa en una relación amorosa totalmente desconocida por la crítica y por el público, de tal modo que a Irene Paz, la mujer de clase alta que oficialmente inspiraba la obra de Romero, hay que sumarle una segunda mujer, la humilde Susana Márquez, cuya existencia recién descubierta enriquece la obra del poeta con nuevos sentidos, hasta entonces inadvertidos. Este trabajo le procura a Fraga un gran reconocimiento, al principio. Pero más adelante le acontece un extraño fenómeno de identificación con Romero, que le lleva prácticamente al delirio, y que finalmente provoca la incomprensión y el rechazo de sus contemporáneos.
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Publicado en 1974 como el segundo de los lados del Octaedro, este relato constituye una rara avis dentro de la obra cuentística del escritor. Él mismo lo define en su cabecera (ya resulta extraño, para empezar, un cuento de Cortázar con cabecera) como «crónica algo tediosa», lo cual nos da permiso para tacharlo como su cuento más aburrido. Más allá de su carácter de crónica, tediosa por añadidura, esa misma cabecera nos informa de lo que constituye la principal rareza del cuento: su calidad de remedo de Henry James (en particular, de Los papeles de Aspern). Así pues, “Los pasos…” no sólo es el cuento más aburrido de Cortázar, sino también el menos original.
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Pero estas rarezas no son ninguna torpeza, sino que responden a una estrategia de piedra de escándalo por parte de su autor, que de este modo quería llamar la atención sobre este texto. Y es que «Los pasos…» es en el fondo una alegoría, en la que Jorge Fraga representa al perfecto lector activo de Rayuela enfrentándose a la lectura común de la obra, reductora de su sentido. El poeta del cuento, Claudio Romero, es el propio Cortázar, y su obra principal, la «Oda a tu nombre doble», es un trasunto de ese gran libro que puede leerse de dos modos distintos. La primera mujer, la aristocrática Irene Paz, representa la lectura común de Rayuela; y la segunda, esa desconocida Susana Márquez, representa al Rayuela insólito. Finalmente, el delirio del Jorge Fraga del cuento es precisamente una puesta en escena de ese excentramiento que se predica hasta cuatro veces en el capítulo 97 de Rayuela; mi Entusiasmo.  
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Invitación a una relectura (entusiasta)
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Antes, durante, y después: Cortázar señaló en distintos momentos, en forma de enigmas, la existencia del Rayuela insólito. Pero ¿de qué trata, definitivamente, ese libro oculto? ¿Cuál es la locura, cuál el episodio que se repite? ¿A qué remiten «despedida, grito y muerte»? ¿Quién es, en último término, esa mujer llamada Susana Márquez? Yo no debo decirlo; nadie debería decirlo. El silencio del iniciado es una de las condiciones de posibilidad para ese descentramiento que es, para cualquier lector, el único pasaje realmente válido hacia el libro oculto.
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Siendo este el caso, hay que decir que la crítica tradicional no posee los instrumentos adecuados para abordar este asunto. El libro insólito demanda una aproximación y una metodología igualmente insólitas. Mis trabajos asumen ese reto: 
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• El EXPEDIENTE AMARILLO, por su lado, propone un nuevo protocolo de lectura para Rayuela basado en el modelo iniciático. 
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• La TEORÍA DEL ENTUSIASMO, por el otro lado, despliega diversas vías  dialécticas de aproximación al misterio fundamental del Rayuela insólito. 
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En esos trabajos nunca se desvela el contenido profundo de Rayuela; únicamente se exponen ahí mis propias huellas, como estímulo y acicate para que otros lectores persigan al Rayuela insólito en su primigenia condición de terra incognita.  
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Pero ¿quién está dispuesto a unirse a ese delirio?
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