Elementos para una TEORÍA DEL ENTUSIASMO

La cara oculta de RAYUELA. Por Jorge Fraga

Mostrando entradas con la etiqueta manuscrito de Austin. Mostrar todas las entradas
Mostrando entradas con la etiqueta manuscrito de Austin. Mostrar todas las entradas

1 de marzo de 2017

Intercesores (...60, 61, 62, 63, 64...)

·
Cortázar tendió diversos puentes entre la cara visible de Rayuela (es decir, la novela) y su cara oculta (es decir, el Disculibro), y se refirió a ellos como «intercesores». Siempre metafóricos, siempre distintos, siempre ambiguos, los intercesores repiten una y otra vez la misma idea: un contenido más auténtico se esconde tras la fachada de lo literal. ¿Cuántas veces lo dijo? ¿Cuántas metáforas distintas utilizó?

·
El capítulo 86 empieza de este modo: «Los del Club (...) sostenían que era más fácil entender a Morelli por sus citas que por sus meandros personales». Esta declaración incumbe igualmente a los intercesores: en algunas de las citas aportadas por Morelli podemos encontrar las principales cuestiones relativas al contenido oculto del libro. Los cinco casos de hoy se inscriben en esta línea.
·
Para una comprensión cabal del intercesor 62, debe tenerse en cuenta lo que se dice en (y acerca de) los intercesores 11, 12, 13, 14 y 15. A su vez, el intercesor número 64 coincide con el borrado número 1, del que ya se habló en otro momento. El soupirail de Dumas es un sinónimo de «intercesor».
·
(60)
·
Rayuela, capítulo 86
·
La existencia interna, la esencia de las cosas se le escapa (…) no puede incorporar a su propia estructura la realidad de las estructuras profundas que examina. Para conseguirlo, debería cambiar de estado, sería necesario que otras máquinas que las usuales se pusieran a funcionar en el cerebro, que el razonamiento binario fuese sustituido por una conciencia analógica que asumiera las formas y asimilara los ritmos inconcebibles de esas estructuras profundas
·
Le matin des magiciens
·
·
·
(61)
·
Rayuela, capítulo 102
·
¿Cuáles son las cosas que me parecen extrañas? Las más triviales. Sobre todo, los objetos inanimados. ¿Qué es lo que parece extraño en ellos? Algo que no conozco. ¡Pero es justamente eso! ¿De dónde diablos saco esa noción de “algo”? Siento que está ahí, que existe. Produce en mí un efecto, como si tratara de hablar. Me exaspero, como quien se esfuerza por leer en unos labios torcidos de un paralítico, sin conseguirlo. Es como si tuviera un sentido adicional, uno más que los otros, pero que no se ha desarrollado del todo, un sentido que está ahí y se hace notar, pero que no funciona. Para mí el mundo está lleno de voces silenciosas. ¿Significa eso que soy un vidente, o que tengo alucinaciones? 
·
Robert Musil,
Die Vervirrungen des Zöglings Törless
·
·
·
(62)
·
Rayuela, Capítulo 110
·
El sueño estaba compuesto como una torre formada por capas sin fin que se alzaran y se perdieran en el infinito, o bajaran en círculos perdiéndose en las entrañas de la tierra. Cuando me arrastró en sus ondas la espiral comenzó, y esa espiral era un laberinto. No había ni techo ni fondo, ni paredes ni regreso. Pero había temas que se repetían con exactitud
·
ANAÏS NIN, Winter of Artifice
·
·
·
(63)
·
Rayuela, Capítulo 152
·
Esta casa en que vivo se asemeja en todo a la mía: disposición de las habitaciones, olor del vestíbulo, muebles, luz oblicua por la mañana, atenuada a mediodía, solapada por la tarde; todo es igual, incluso los senderos y los árboles del jardín (...)
·
¡Pero no vayan a pretender que soy yo! ¡Vamos! Todo es falso aquí. Cuando me hayan devuelto mi casa y mi vida, entonces encontraré mi verdadero rostro
·
JEAN TARDIEU
·
·
·
 (64)
·
Manuscrito de Austin
cabecera de
«Del lado de allá»:
«je jette le lasso»
·
…aujourd’hui je jette le lasso aussi bien qu’aucun homme du monde. Eh bien, comprenez-vous? Notre hôte a une cave très bien garnie, mais dont la clef ne le quitte pas; seulement, cette cave a un soupirail. Or, par ce soupirail, je jette le lasso; et comme je sais maintenant où est le bon coin, j’y puise
·
Alexandre Dumas, Les trois mousquetaires, Chapitre xxv
·
·

·

21 de diciembre de 2016

Intercesores (...29, 30, 31...)

·
Entre lo visible de Rayuela (la novela) y su parte oculta (el Rayuela insólito) Cortázar dispuso multitud de pasajes, puentes, puertas y ventanas que permitiesen el tránsito del uno al otro; el autor los denominó «intercesores». En ellos se puede observar (siempre en modo metafórico) o bien una contraposición entre lo oculto y lo manifiesto, o bien un cuestionamiento de lo visible, o bien una vindicación de lo oculto. ¿Cuántas veces lo dijo? ¿Cuántas metáforas distintas utilizó?
·
(El intercesor número 30 coincide con el borrado número 3).

·
(29)
·
Rayuela, capítulo 109
·
tal vez el mensaje más penetrante del Oscuro era el que no había escrito, dejando que la anécdota, la voz de los discípulos la transmitiera para que quizá algún oído fino entendiese alguna vez
·
·
·
(30)
·
Manuscrito de Austin, 
cap. 141
·
muchos de sus admiradores vivían a la espera de que publicara un nuevo volumen, al que muchos pasajes de los tomos ya publicados remitían. En el Club se pensaba que esas remisiones eran flechas al aire, que [quizá] alguna vez Morelli plantaría en el blanco, sin garantía alguna. No a todos les gustaba que el autor diera por existente, aunque inédito, un pasaje que quizá apenas existía en su imaginación
·
·
·
(31)
·
Rayuela, capítulo 109
·
El libro debía ser como esos dibujos que proponen los psicólogos de la Gestalt, y así ciertas líneas inducirían al observador a trazar imaginativamente las que cerraban la figura. Pero a veces las líneas ausentes eran las más importantes, las únicas que realmente contaban
·
·
·

29 de noviembre de 2016

Intercesores (...12, 13, 14, 15...)

·
Entre lo visible de Rayuela (la novela) y su parte oculta (el Rayuela insólito) Cortázar dispuso multitud de pasajes, puentes, puertas y ventanas que permitiesen el tránsito del uno al otro: el autor los denominó «intercesores». En ellos se puede observar (siempre en modo metafórico) o bien una contraposición entre lo oculto y lo manifiesto, o bien un cuestionamiento de lo visible, o bien una vindicación de lo oculto. ¿Cuántas veces lo dijo? ¿Cuántas metáforas distintas utilizó?
·
Si bien la mayor parte de intercesores tratan de la contraposición manifiesto/oculto, hay unos pocos que describen la estructura formal del Rayuela insólito, a saber, la repetición de un episodio. El intercesor nº 11, que vimos hace unos días, ya dibujaba ese dato al repetir tres veces número simbólico una misma estructura sintáctica («Allí donde debería haber una despedida…», etcétera). Los cuatro que añadimos hoy al cómputo señalan en esa misma dirección.
·
(12)
·
Carta a Jean Barnabé,
30 de mayo de 1960
·
La cosa es terriblemente complicada, porque me ocurre escribir dos veces un mismo episodio, en un caso con ciertos personajes, y en otro con personajes diferentes, o los mismos pero cambiados por circunstancias correspondientes a un tercer episodio. Pienso dejar los dos relatos de esos episodios, porque cada vez me convenzo más de que nada ocurre de una cierta manera, sino que cada cosa es a la vez muchísimas cosas. Esto, que cualquier buen novelista sabe, ha sido en general enfocado como lo hizo Wilkie Collins en The Moonstone, es decir, un mismo episodio “visto” por varios testigos, que lo van contando cada uno a su manera. Pero yo creo ir un poco más lejos, porque no cambio de testigo, sino que le hago repetir el episodio... y sale distinto
·
·
·
(13)
·
Manuscrito, cap. 99
·
le ocurre repetir / escribir más de una vez / una misma escena con inclusión de ciertos personajes, o variando su situación material o psicológica. (...) Eso va mucho más / allá de los trucos a la manera de [un] Wilkie Collins en The Moonstone, porque lo que Morelli quiere decir, me parece, es que se trata de una sola y única escena, que hay que componer como las tricromías, superponiendo las planchas y los colores
·
·
·
(14)
·
Manuscrito, cap. 56
·
Era para preguntarse si en el fondo la baraja no tendría una sola carta que cada instante fungía alterar, y si no bastaría con un movimiento más allá del mono de la responsabilidad para que las distancias y las estaciones no se fundieran en una sola imagen como un abanico pintado que se cierra y se vuelve bastoncito inocente entre los dedos
·
·
·
(15)
·
Rayuela, capítulo 45
·
para llegar a los cuadros había que trepar por arcos donde apenas las entalladuras permitían apoyar los dedos de los pies, avanzar por galerías que se interrumpían al borde de un mar embravecido, con olas como de plomo, subir por escaleras de caracol para finalmente ver, siempre mal, siempre desde abajo o de costado, los cuadros en los que la misma mancha blanquecina, el mismo coágulo de tapioca o de leche se repetía al infinito
·
·

·

21 de noviembre de 2016

Intercesores (...11g y 11g bis...)

·
Entre lo visible de Rayuela (la novela) y su parte oculta (el Rayuela insólito) Cortázar dispuso multitud de pasajes, puentes, puertas y ventanas que permitiesen el tránsito del uno al otro: el autor los denominó «intercesores». En ellos se puede observar (siempre en modo metafórico) o bien una contraposición entre lo oculto y lo manifiesto, o bien una negación de lo visible, o bien una vindicación de lo oculto. ¿Cuántas veces lo dijo? ¿Cuántas metáforas distintas utilizó? 
·
(11g)
·
Rayuela, cap. 97
·
Y eso es despedida, grito y muerte
·
·
·
(11g bis)
·
Manuscrito, cap. 97
·
Y [todo] eso es una despedida, un grito, una muerte, /lo es en su recinto, a su hora, bajo su luz/
·
·
·

19 de noviembre de 2016

Intercesores (...11d, 11e, 11f...)

·
Entre lo visible de Rayuela (la novela) y su parte oculta (el Rayuela insólito) Cortázar dispuso multitud de pasajes, puentes, puertas y ventanas que facilitasen el tránsito del uno al otro: el autor los denominó «intercesores». En ellos se puede observar (siempre en modo metafórico) o bien una contraposición entre lo oculto y lo manifiesto, o bien una negación de lo visible, o bien una vindicación de lo oculto. ¿Cuántas veces lo dijo? ¿Cuántas metáforas distintas utilizó? 
·
(11d)
·
Manuscrito, cap. 97
·
En el lugar donde debería haber una mano hay una botella de tinta
·
·
·
(11e)
·
ídem
·
En el lugar donde debería haber (…) una despedida, hay un banco de jardín
·
·
·
(11f)
·
ídem
·
en vez de un grito, una planta de lechuga
·
·
·


15 de noviembre de 2016

Intercesores (10) y Borrados (5)

·
Para la Teoría del Entusiasmo, Cortázar escribió Rayuela en una doble contabilidad textual: como texto A, en la fachada, para los «lectores pasivos», tenemos una novela; como texto B, en lo profundo, para los «lectores activos y cómplices», se esconde el libro oculto.
·
Los INTERCESORES son los anuncios proferidos por Cortázar sobre la existencia del texto oculto. Se hallan diseminados por toda la obra y también se los encuentra en otros textos relacionados con ella.
·
Los BORRADOS son anuncios del mismo tipo, pero presentes únicamente en los avant-textes; su eliminación de la edición definitiva nos permite establecer el nivel de ambigüedad finalmente fijado por el autor. 
·
(10)
·

Manuscritocapítulo 41:

  «Lo que está sucediendo»

·
En el intercesor borrado que presentamos hoy se observa claramente cómo Cortázar elevó el umbral de ambigüedad de su escritura, convirtiendo en abstracto, en Rayuela, lo que primero presentaba como algo más concreto, en el Manuscrito de Austin. El capítulo 41, el célebre capítulo del tablón, contiene en la edición definitiva el siguiente pasaje:
·
“Esto es la realidad”, pensó Oliveira, sujetando el tablón y mirando a la señora de negro. “Esto que acepto a cada momento como la realidad y que no puede ser, no puede ser.”
–No puede ser –dijo Oliveira.
–Retírese, atrevido –dijo la señora–. Le debería dar vergüenza salir a esta hora en camiseta.
–Es Masllorens, señora –dijo Oliveira.
–Asqueroso –dijo la señora.
“Esto que creo la realidad”, pensó Oliveira, acariciando el tablón, apoyándose en él. “Esta vitrina arreglada, iluminada por cincuenta o sesenta siglos de manos, de imaginaciones, de compromisos, de pactos, de secretas libertades”
·
En cambio, en el Manuscrito, justo tras señalar Horacio la marca de su camiseta, constaban estas otras líneas, finalmente suprimidas:
·
/En el momento de enderezar el tablón (...), había caído en una necesidad de reconsiderarlo todo, de rechazar lo que estaba sucediendo y que no era en realidad lo que estaba sucediendo/
·
Lo que encontramos en Rayuela («Esto que creo la realidad») es pura abstracción: podría ser perfectamente una más de las divagaciones metafísicas de Horacio. En cambio, lo que mostraba el Manuscrito («lo que estaba sucediendo») era algo concreto: aludía a la situación particular en que Horacio estaba sumido en ese mismo instante, el diálogo con la señora de negro. De este modo, en el Manuscrito, el hic et nunc argumental resultaba cuestionado de un modo mucho más claro, anunciando con menor ambigüedad que en Rayuela su carácter meramente metafórico.
·
A la sazón, fijémonos en la coincidencia de fondo de estas palabras con lo que Cortázar afirma sobre este mismo capítulo, en la carta a Manuel Antín del 24 de julio del 64: «El capítulo en que Talita cruza por el tablón entre las dos ventanas, está hecho a base de un diálogo en el que todo el tiempo se habla de A y de B, pero en realidad se está hablando de C y de D».
·
·
·

7 de octubre de 2016

Intercesores (...6...)

·
Entre lo visible de Rayuela (la novela) y su parte oculta (el Rayuela insólito) Cortázar dispuso multitud de pasajes, puentes, puertas y ventanas que permitiesen el tránsito del uno al otro. El autor los denominó «intercesores», y en la Teoría se agrupan bajo el rótulo «Vector de Transfiguración Textual». En ellos se puede observar, siempre en modo metafórico, o bien una contraposición entre lo oculto y lo manifiesto, o bien una negación de lo visible, o bien una vindicación de lo oculto. ¿Cuántas veces lo dijo? ¿Cuántas metáforas distintas utilizó? Vamos a establecer un cómputo exhaustivo de tales intercesores, incluyendo fragmentos pertenecientes a otros textos del autor (avant-textes de Rayuela, correspondencia, otras obras)
·
(6)
·
Manuscrito de Austin, capítulo 79
·
Escribir las antinovelas que empiecen por iluminar a quien escribe, y después al lector capaz de saltar de la flaca anécdota a las aguas primordiales donde lo esperan nuevos ojos, nuevas manos y nuevos amores
·
·
·

21 de septiembre de 2016

Borrados (4)

·
Para la Teoría del Entusiasmo, Cortázar escribió Rayuela en una doble contabilidad textual: como texto A, en la fachada, para los «lectores pasivos», tenemos una novela; como texto B, en lo profundo, para los «lectores activos y cómplices», se esconde el libro oculto. La existencia de éste último –el «Disculibro» para Cortázar, el «Rayuela insólito» para nosotros– está anunciada por toda la obra en forma de alusiones e indicios, siempre más o menos ambiguos, siempre más o menos oscuros. Algunas pistas del mismo estilo figuran en los avant-textes de la obra (Manuscrito de Austin, Cuaderno de Bitácora, Capítulos Desestimados), pero luego no se incluyeron en el libro. Al leerlos, fácilmente puede deducirse que su ambigüedad era demasiado tenue para el umbral de dificultad que Cortázar se había autoimpuesto. Aquí los denominamos «borrados».
 ·
Las aguas primordiales
·
En el capítulo 79 de Rayuela (que Cortázar subtitula como «Nota pedantísima de Morelli»), cierto período termina así:
·
Desde los eleatas hasta la fecha el pensamiento dialéctico ha tenido tiempo de sobra para darnos sus frutos. Los estamos comiendo, son deliciosos, hierven de radioactividad. Y al final del banquete, ¿por qué estamos tan tristes, hermanos de mil novecientos cincuenta y pico?
·
En el Manuscrito, en cambio, el mismo período prosigue todavía unas líneas más, con el siguiente párrafo:
·
/Con esa tristeza entrar en la antinovela, negarse a las materias ordenadas, avanzar o retroceder pero en otros planos que los [criterios entre piso y piso] de la literatura. //imitar al poeta //. El poeta sabe todo esto, el místico sabe todo esto, pero siempre hay otra cosa. Escribir las antinovelas que empiecen por iluminar a quien escribe, y después al lector capaz de saltar de la flaca anécdota a las aguas primordiales donde lo esperan nuevos ojos, nuevas manos y nuevos amores./
·
La exégesis, a estas alturas, resulta para nosotros bien fácil: ese «lector capaz de saltar» es, por supuesto, el lector activo y cómplice; con la «flaca anécdota», a su vez, Cortázar se refiere a la trama novelesca de su libro, es decir, al periplo de Horacio Oliveira por París y Buenos Aires; y finalmente, con las «aguas primordiales» el autor sólo puede referirse a ese trasfondo oculto del cual las aventuras de Horacio son metáfora, es decir, el Rayuela insólito. En suma; nuevamente, una declaración demasiado transparente sobre la verdadera estructura de la obra. Su destino, en consecuencia: el borrado.
·
¿Y qué relación puede tener este asunto con esa «tristeza» de la que habla el capítulo? Aquí, Cortázar está denunciando el corto alcance espiritual de la novelística y el arte modernos, incapaces en el fondo de alegrar el espíritu del hombre. Frente a ello, su nueva obra –con su dualidad textual exotérica/esotérica, concebida para cambiar el estado de conciencia del lector– se propone como una nueva forma literaria con carácter trascendente, capaz de procurarnos «nuevos ojos, nuevas manos y nuevos amores».
·
·

·

1 de septiembre de 2016

Borrados (3)

·
Para la Teoría del Entusiasmo, Cortázar escribió Rayuela en una doble contabilidad textual: como texto A, en la fachada, para los «lectores pasivos», tenemos una novela; como texto B, en lo profundo, para los «lectores activos y cómplices», se esconde el libro oculto. La existencia de éste último –el «Disculibro» para Cortázar, el «Rayuela insólito» para nosotros– está anunciada por toda la obra en forma de alusiones e indicios, siempre más o menos ambiguos, siempre más o menos oscuros. Algunas pistas del mismo estilo figuran en los avant-textes de la obra (Manuscrito de Austin, Cuaderno de Bitácora, Capítulos Desestimados), pero luego no se incluyeron en el libro. Al leerlos, fácilmente puede deducirse que su ambigüedad era demasiado tenue para el umbral de dificultad que Cortázar se había autoimpuesto. Aquí los denominamos «borrados».
·
El inédito
·
El capítulo 141 de Rayuela comienza con esta frase: «No llevaba muchas páginas darse cuenta de que Morelli apuntaba a otra cosa». Esto es toda una declaración a favor de la existencia del Rayuela insólito. La glosa de esa frase vendría a ser: a poco que se vaya leyendo Rayuela, uno descubre enseguida que hay algo oculto tras la fachada. Pero ¿cómo se descubre? ¿Y por qué tan rápido? Pues porque su autor no deja de recordárnoslo en cuanto tiene la oportunidad, aunque siempre sea per speculum et in aenigmate.
·
En todo caso, en el Manuscrito de Austin este mismo capítulo se iniciaba con unas líneas previas a esa frase. Esto fue lo que Cortázar suprimió:
·
/¿Terminaría Morelli alguna vez su libro? Por el momento había una extraña coincidencia entre su redacción y su lectura; muchos de sus admiradores vivían a la espera de que publicara un nuevo volumen, al que muchos pasajes de los tomos ya publicados remitían. En el Club se pensaba que esas remisiones eran flechas al aire, que [quizá] alguna vez Morelli plantaría en el blanco, sin garantía alguna. No a todos les gustaba que el autor diera por existente, aunque inédito, un pasaje que quizá apenas existía en su imaginación/
·
Para la visión común del libro esto no es sino un oscuro embrollo; por el contrario, en estas líneas podemos reconocer hasta tres de los aspectos contemplados por la Teoría.
·
En primer lugar, la existencia del Rayuela oculto; ese «nuevo volumen» al que otros pasajes apuntan como flechas a un blanco es en realidad aquél episodio central y único que conforma para nosotros el verdadero argumento del libro.
·
En segundo lugar, la estructura repetitiva de la obra; aquellos «tomos ya publicados» a los que se alude son las distintas partes del libro (capítulos o conjuntos de capítulos) que expresan en forma de variaciones ese contenido o tema central.
·
Por último, la condición nunca explicitada (invisible, oculta) de ese mismo tema; el verdadero episodio permanece para siempre «inédito», y lo único que se «edita» son sus diversas variantes metafóricas. Es como unas variaciones musicales, ciertamente, pero con un tema que no queda plasmado en la partitura y que existe únicamente en la mente del compositor.
·
Así pues, el tema, el modelo, siempre está ausente; ésa es la razón por la que los miembros del Club se preguntan si Morelli terminará alguna vez su obra. La auténtica culminación de la misma, desde este punto de vista, sólo podría ser la narración directa y sin ambages de ese episodio central continuamente escamoteado. Pero Morelli/Cortázar no tiene intención alguna de 'terminar' el libro de ese modo: esa es una tarea estrictamente reservada al lector cómplice, que debe llegar a reconstruir ese episodio por sí mismo.   
·
Muy probablemente, Cortázar pensó que en este pasaje se transparentaban demasiado sus verdaderas intenciones; y en función de ello lo guardó en el cajón de borrados, junto con las botellas y lazos de Mousqueton, las repeticiones de La piedra lunar, y tantos otros fragmentos que seguiremos viendo en estas páginas.
·
·

·

19 de julio de 2016

Borrados (1)

·
Para la Teoría del Entusiasmo, Cortázar escribió Rayuela en una doble contabilidad textual: como texto A, en la fachada, para los «lectores pasivos», tenemos una novelacomo texto B, en lo profundo, para los «lectores activos y cómplices», se esconde el libro oculto. La existencia de éste último –el «Disculibro» para Cortázar, el «Rayuela insólito» para nosotros– está anunciada por toda la obra en forma de alusiones e indicios, siempre más o menos ambiguos, siempre más o menos oscuros. Algunas pistas del mismo estilo figuran en los avant-textes de la obra (Manuscrito de Austin, Cuaderno de Bitácora, Capítulos Desestimados), pero luego no se incluyeron en el libro. Al leerlos, fácilmente puede deducirse que su ambigüedad era demasiado tenue para el umbral de dificultad que Cortázar se había autoimpuesto. Aquí los denominamos «borrados».
·
La cabecera de Dumas
·
Tras el Tablero de Dirección, Rayuela presenta tres citas distintas como encabezamiento: primero, para la totalidad del libro, aparece una cita de cierto abad llamado Martini (Y animado de la esperanza de ser particularmente útil a la juventud…); y luego, a continuación, otra de un tal César Bruto (Siempre que viene el tiempo fresco, o sea al medio del otonio…); por último, al principio de la primera parte, hallamos una breve cita del escritor Jacques Vaché ­Rien ne vous tue un homme comme d’être obligé de représenter un pays–.
·
En el Manuscrito de Austin las cosas eran distintas; las citas de Martini y César Bruto no aparecían, y en lugar de la de Vaché figuraba el siguiente diálogo procedente de Los tres mosqueteros, sostenido entre d’Artagnan y el criado de Porthos:
·
–Quel rapport le Nouveau Monde peut-il avoir avec les bouteilles qui sont sur ce secrétaire et sur cette commode?
–Patience, monsieur, chaque chose viendra à son tour.
–C’est juste, Mousqueton; je m’en rapporte à vous, et j’écoute.
–Cet Espagnol avait à son service un laquais qui l’avait accompagné dans son voyage au Mexique. (...) Nous aimions tous deux la chasse par-dessus tout, de sorte qu’il me racontait comment dans les plaines des pampas, les naturels du pays chassent le tigre et les taureaux avec des simples nœuds coulants qu’ils jettent au cou de ces terribles animaux. D’abord, je ne voulais pas croire qu’on pût en arriver à ce degré d’adresse, de jeter à vingt ou trente pas l’extrémité d’une corde où l’on veut; mais devant la preuve il fallait bien reconnaître la vérité du récit. (...) Je me livrai à cet exercice, et comme la nature m’a doué de quelques facultés, aujourd’hui je jette le lasso aussi bien qu’aucun homme du monde. Eh bien, comprenez-vous? Notre hôte a une cave très bien garnie, mais dont la clef ne le quitte pas; seulement, cette cave a un soupirail. Or, par ce soupirail, je jette le lasso; et comme je sais maintenant où est le bon coin, j’y puise. Voici, monsieur, comment le Nouveau Monde se trouve être en rapport avec les bouteilles qui sont sur cette commode et sur ce secrétaire”
·
Alexandre Dumas, Les trois mousquetaires
Chapitre xxv
·
Para la Teoría del Entusiasmo resulta fácil entender por qué Cortázar eligió este diálogo como cabecera de Rayuela; y también, igualmente, por qué acabó sustituyéndolo por algo distinto. La razón para lo primero estriba en que el contenido del diálogo se presta magníficamente a una analogía con la estructura del mayor libro de Cortázar. Las botellas de vino vacías, expuestas a la vista, representan la parte manifiesta del libro: la novela. A su vez, las botellas de vino llenas, ocultas en la bodega, representan los elementos textuales ocultos: el Rayuela insólito. Mousqueton representa aquí al lector activo y cómplice, capaz de rescatar, con sus habilidades hermenéuticas, el sentido que se esconde en lo profundo (ese «misterio que el lector cómplice deberá buscar», cap. 79)El respiradero («soupirail»), por su parte, representa las pistas e indicaciones dispuestas a lo largo del texto por Cortázar (esas «puertas y ventanas detrás de las cuales se está operando un misterio...»; cap. 79). Y la analogía puede estirarse hasta el potencial embriagador del vino, como representación metafórica del entusiasmo de un lector capaz de descubrir lo oculto («¿quién está dispuesto a desplazarse, a desaforarse, a descentrarse, a descubrirse?»; cap. 97); este entusiasmo, en tanto estado de conciencia distinto al ordinario, viene a ser entonces como un Nuevo Mundo 
·
Nos encontramos, por lo tanto, frente a una ékfrasis. Vuelve a aparecer este término; y es que resulta obligado usarlo con frecuencia cuando se trata de Rayuela. Este recurso literario, recordemos, consiste, en su versión canónica, en la descripción verbal de una obra plástica, que adquiere el valor de metáfora de la obra en que se inserta. Nuestro escritor amplificó esta noción (cfr. el capítulo «Urna griega» en Imagen de John Keats), concediendo el mismo valor de metáfora descriptiva a cualquier objeto visto de manera estética, incluyendo también en ello, por supuesto, las citas literales de otros autores. Y este es claramente el caso de este fragmento de Los tres mosqueteros, cuyo contenido es una metáfora descriptiva de Rayuela.
·
Pero ¿por qué razón acabó suprimiéndolo? Aquí podemos reconocer, y de una manera privilegiada, los procesos mentales que regían la escritura de la obra. Tengamos presente que Cortázar trataba de ocultar algo –un libro entero– a la mirada del lector común, al mismo tiempo que dejaba pistas para permitir el acceso del lector activo. Cabe suponer que los límites entre ocultación y mostración, entre lo que podía decirse y lo que no, fueron en su momento objeto de una cierta oscilación. Así, en un primer momento, el diálogo entre d’Artagnan y Mousqueton debió parecerle a Cortázar una cabecera idónea para su libro: dispuesta al principio mismo del texto, constituía una especie de instrucción preliminar destinada al lector cómplice, solicitando ya de buen principio su habilidad en el «manejo del lazo», es decir, su destreza para interpretar las metáforas del texto que venía a continuación. Pero después, en una última deliberación consigo mismo, debió considerar que esta pista era demasiado explícita, que facilitaba demasiado el juego, y que rebajaba el nivel de dificultad que él había previsto para su obra.
·
Demasiado explícita, demasiado fácil: esta debe ser la razón por la cual Cortázar desestimó esta cita de Dumas, la borró, sustituyéndola por las tres que hemos visto más arriba, y que no contienen nada parecido. Para el autor de Rayuela, el lector cómplice no sólo tenía que saber utilizar el lazo: también tenía que adivinar por sí mismo hasta qué punto estaba requerido a usarlo.
·
·
·