Elementos para una TEORÍA DEL ENTUSIASMO

La cara oculta de RAYUELA. Por Jorge Fraga

7 de febrero de 2012

Teoría del Entusiasmo y Biblioteca Cortázar (4)

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« l’homme moderne obtiendra une nouvelle dimension existentielle »
Señales y anotaciones manuscritas realizadas por JC en sus libros de lectura apuntan a los temas y presupuestos desplegados por la TdelE.
Seguimos ese rastro tras las paredes de la Fundación March en Madrid
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Images et symboles de Mircea Eliade (1)
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Los silencios de Cortázar, en Rayuela, son muy elocuentes. Como tantos otros, el nombre de Mircea Eliade no aparece mencionado explícitamente en el libro, a pesar de que su presencia en el texto es de una importancia capital. A la sazón, esta ausencia se halla estrechamente vinculada a la particular dimensión religiosa y mistérica de Rayuela que se está explorando desde estas páginas. Al parecer, Eliade fue uno de los nuevos autores visitados por Cortázar a raíz de sus charlas metafísicas con Fredi Guthmann, tal como sucedió con D. T. Suzuki; pero la figura del historiador de las religiones rumano, en tanto que ausencia intencionada del texto, adquiere un peso todavía mayor que la del célebre divulgador del Zen. De hecho, el vocabulario metafísico de Rayuela proviene en su mayoría de los textos de Eliade: de esta veta va a extraer Cortázar, directamente, materia prima para su obra.
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Este último autor no aparece mencionado en Rayuela, en efecto, pero podemos hacernos una perfecta idea de su trascendencia si repasamos, antes que nada, su positiva presencia en el ‘taller’ de la escritura de esa obra. Y es que el nombre del escritor rumano sí aparece explicitado, perfectamente, en el “Cuaderno de bitácora”. En primer lugar, en la p. 11 (de aquí en adelante, los subrayados son de Cortázar):
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¿Por qué ha ocurrido esta muerte de la poesía-en-la-vida?
1) La desmesurada centrifugación del hombre: radio, TV, Comet, Sputnik, high fidelity, cinemascope, etc. En vez de enraizarnos (que es actitud, búsqueda y logro de poesía), en vez de buscar el Centro (Eliade), nos extendemos en mancha de aceite, nos trivializamos. Un poema exige siempre una solidarización momentánea para una confrontación. Preferimos (…) asistir a las confrontaciones de los héroes de las novelas y del cine.
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La noción de ‘poesía’ que se utiliza aquí tiene unas fuertes connotaciones de trascendencia; seguramente se trata de la misma noción que usa en la carta del 24 de septiembre de 1963, cuando le dice a Fredi Guthmann que ambos están en “ese territorio libre y salvaje donde la poesía es posible”.
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Eliade aparece explícitamente una segunda vez en el “Cuaderno”, en la página 52:
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MANDALA
Es a la vez imago mundi y panteón. Al entrar en él, el noneo se acerca en cierto modo al “Centro del Mundo”; en el corazón del mandala le es posible operar la ruptura de los niveles y acceder a un modo de ser trascendental
Mircea Eliade
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Aquí se ve claramente que los conceptos del “centro” y del “mandala”, que pertenecen al núcleo duro del sentido de Rayuela, provienen directamente de la obra del historiador de las religiones. Cuando vemos aparecer estos términos en el libro de Cortázar debemos tener muy presente al autor rumano; y lo mismo sucede con la cuestión de la “ruptura de nivel”, cuya importancia en Rayuela es equivalente a la de los dos conceptos anteriores –o incluso superior, por lo menos para la Teoría del Entusiasmo–.
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Con esta cuestión de los niveles de conciencia se vinculan otros dos pasajes del “Cuaderno de Bitácora”, en los cuales la presencia de Eliade es tácita. Por un lado, tenemos estas líneas de la página 57:
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El manicomio y el circo: Oliveira sospecha un Mandala. (topografía). El manicomio sería un gigantesco trípode de Sibila, el agujero de Eleusis, los Campi Flegrei: un pasaje. La carpa del circo, en cambio, es como un Centro: Oliveira-chamán tiene que subir
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La caracterización de Oliveira como “chamán” es otra pieza fundamental, como ya sabemos, de la lectura rayuelística que yo preconizo; una noción que proviene, tal como veremos más adelante, de la misma veta eliadiana.
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Por el otro lado, tenemos este otro fragmento, ahora de la página 101:
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Oliveria Descentrado
Désaxé: ese es el problema.
Creer, además, que hay que estar désaxé / en / dentro de este plano temporal-histórico, como condición necesaria para toda tentativa de acceder (en otro plano) a un centro, de hallar un eje.
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Aquí tenemos otros dos aspectos fundamentales de Rayuela que se vinculan estrechamente con el discurso del autor del Traité: el “descentramiento” que debe efectuar el lector del libro (una vez el autor ya lo ha experimentado primero); y la importantísima distinción entre “este plano temporal-histórico” y su contrapartida “en otro plano” (reservemos esta cuestión para más adelante).
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En definitiva: estos cuatro fragmentos del “Cuaderno” se presentan claramente como bocetos de lo que en Rayuela constituirá el bello corazón de sus disquisiciones metafísicas, ya sea por boca de Horacio Oliveira, ya sea por boca de Morelli.
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En la Biblioteca Cortázar se conservan dos obras de Eliade. Ambas fueron adquiridas por Cortázar en el año 1956; del mes de marzo de este mismo año es también la primera mención al autor rumano en la correspondencia del escritor. En las mismas fechas el escritor compró el libro de Battistini sobre Heráclito; un año de lecturas con carácter marcadamente metafísico, que alimentan el fermento creativo del que surgirán las nuevas obras del escritor.
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Uno de esos volúmenes es Images et symboles. Essais sur le symbolisme magico-religieux, publicado en París por Gallimard; 4ª edición, 1952. La primera página muestra la habitual firma manuscrita de Cortázar: “Cortázar, Paris, 1956”. El otro volumen es el Traité d’histoire des religions, con prefacio de G. Dumezil, publicado en París por Payot en 1953: y la firma, “Cortázar 1956”. Aunque este segundo libro, el Tratado, puede ser considerado como la obra más emblemática de Eliade, las diferencias cuantitativas en el subrayado de Cortázar parecen indicar que fue el otro volumen, el de Images et symboles, el que despertó un mayor interés en el escritor; las anotaciones y subrayados de esta última obra son mucho más abundantes que en la otra. Entre esta sesión y la siguiente veremos los elementos más interesantes de las Images et symboles, y más adelante ya abordaremos el texto del Traité.
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Curiosa y oportunamente, en el prólogo del libro aparece una cuestión que se ha venido tratando estos últimos días en los artículos y en los comentarios de este blog; la figura de Sigmund Freud y su nefasta relación con lo metafísico. Eliade no pierde la ocasión de criticar al fundador del psicoanálisis:
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Fasciné par sa mission –il se croyait le Grand Éveille, alors qu’il n’était que le Dernier Positiviste– Freud ne pouvait se rendre compte que la sexualité n’a jamais été “pure”, qu’elle a été, partout et toujours, une fonction polyvalente dont la valence première, et peut-être suprême, a été la fonction cosmologique; que traduire une situation psychique en termes sexuels n’est nullement l’humilier car, sauf le monde moderne, la sexualité a été partout et toujours une hierophanie et l’acte sexuel un acte intégral (donc, aussi un moyen de connaissance) (p. 16.)
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Eliade considera a Freud, particularmente, como uno de los grandes jalones que marcan la pérdida del sentido de lo religioso en la cultura occidental moderna. Una pérdida que no es absoluta, sin embargo, pues la espiritualidad sobrevive, para el autor rumano, en ciertas actividades cotidianas:
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dans les rêves éveillés, les mélancolies, le libre jeu des images durant les “heures creuses” de la conscience (dans le rue, dans le métro, etc.), dans les distractions et les amusements de toute sorte
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“Dans le métro”, subraya Cortázar; al lado de esto podríamos anotar “Johnny”, perfectamente… Aunque el conjunto de la frase nos remite, igualmente, al Persio de Los premios o al Horacio de Rayuela. ¿Acaso no se corresponde a una de estas “horas tranquilas”, señaladas por Eliade, el “estado excepcional” de Horacio al principio del capítulo 84, con su ocioso paseo por el muelle lleno de hojas muertas?
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Un poco más adelante se destaca y subraya esta otra frase del texto, que nosotros vamos a contabilizar en el haber del Cortázar carismático: “C’est un fait que la plus part du temps un auteur n’épuise pas la signification de son œuvre”. El escritor añade esta observación en el lateral: “A qui le dis-tu”.
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Es decir: ¿a quién le hablas tú, Mircea Eliade, sobre el hecho de escribir bajo trance? Cortázar escribe Rayuela bajo su célebre swing. Dejemos que sea el propio Cortázar quien comente esta cuestión: “No tengo ningún método y me dejo guiar por aquello que los románticos llamaban «la inspiración»” (en una entrevista de 1976 por Rosalba Campra y Alberto Panelo, en Campra, Rosalba; Cortázar para cómplices, Madrid, Del Centro Editores, 2009).
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chapitre premier: symbolisme du “centre”
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Entramos ya en el capítulo primero del libro, que está enteramente consagrado al simbolismo del “centro”. Al principio de este capítulo, Eliade recupera su anterior reflexión sobre la presencia de lo espiritual en la vida moderna, y Cortázar vuelve igualmente a subrayarlo:
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Il lui suffit d’écouter de la bonne musique, ou de tomber amoureux, ou de prier, pour sortir du présent historique et de reintégrer l’éternel présent de l’amour et de la religion. Il lui suffit même d’ouvrir un roman ou d’àssister à un spectacle dramatique pour retrouver un autre rythme temnporel –ce qu’on pourrait appeler le temps contracté– qui, en tout cas, n’est pas celui du temps historique. (...) Plus une conscience est éveillée, plus elle dèpasse sa propre historicité.
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Junto a la última frase, Cortázar añade de su propia mano: “Se podría decir que a mayor cultura –en sentido amplísimo– menor historicidad”. Aparece aquí la distinción, tan fundamental, entre el tiempo histórico –secuencial y cronológico– y el “presente eterno” –que constituye el ámbito temporal específico para lo religioso (y para lo amoroso)–. Ello es de vital importancia de cara a una lectura en profundidad de las tres obras metafísicas de Cortázar; esta distinción conformará un tema novedoso en los argumentos y estructuras de las siguientes obras cortazarianas. No obstante, cabe señalar que no es algo radicalmente nuevo para él: resulta mucho más acertado decir que el autor de Rayuela reencuentra, formulado en la obra de Eliade, algo que él ya percibía desde siempre. Recordemos, por poner un ejemplo, la carta dirigida a su amigo Luis Gagliardi en un lejano 1939:
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Cada vez que yo, inclinándome sobre el antepecho del teatro, he mirado a un pianista o a un director en el acto mismo de recrear la música, he sentido como si algo de sagrado se transmitiera por ellos a mí. Dios no está sólo en las iglesias; y yo me atrevería a afirmar que Él prefiere por ministros a los grandes creadores de belleza
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Se ve aquí que la sensibilidad de Cortázar –por su propia naturaleza, podemos decir– se hallaba claramente predispuesta a vincular el arte con lo sagrado. Ello constituía algo así como un sustrato espiritual suyo; así pues, el discurso de Eliade –como debió suceder, previamente, con las palabras de Fredi Guthmann– ya tenían el campo abonado para fructificar en el quehacer creativo de nuestro escritor. Antes que como inductores, tanto Guthmann como Eliade, Godel, Suzuki y los otros autores de esta misma línea debieron actuar más bien como agentes catalizadores; vinieron a perfilar un nuevo elenco de auctoritates que legitimarían el definitivo giro hacia lo propiamente metafísico en la escritura de Cortázar (versus lo fantástico y lo surrealista, que protagonizaban su obra anterior).
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Continuemos con el primer capítulo de Images et symboles. En cierto modo, todo lo visto anteriormente nos permite replicar a Saúl Yurkievich y su lectura freudiana de Rayuela; del mismo modo, lo siguiente supone otro tanto para la lectura ‘antropológica’ realizada por Néstor García Canclini. La visión cancliniana de lo humano cortazariano, proporcionada en última instancia por la filosofía existencialista, resulta desbordada por unos nuevos elementos aparecidos en el renovado marco metafísico:
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En reprenant conscience de son propre symbolisme archaïque, l’homme moderne obtiendra une nouvelle dimension existentielle, totalement ignorée par l’existentialisme et l’historicisme actuel: c’est un mode d’être authentique et majeur, qui le defend du nihilisme et du relativisme historiciste sans pour cela le sustraire à l’histoire. Car, l’histoire elle-même pourrait un jour trouver son véritable sens: celui d’épiphanie d’une condition humaine glorieuse et absolue (p. 45)
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Se habla aquí también de “autenticidad”, como en los textos existencialistas; pero ahora se trata de una autenticidad más ancha –y, sobre todo, más trascendente– de la que trataban los textos de un Sartre. Sin duda alguna, Fredi Guthmann ya le habría hablado a Cortázar, quizá con otras palabras, de esta “nueva dimensión existencial” a la que alude ahora Eliade. ¿Resulta ocioso relacionar esta ‘epifanía’ de una humanidad ‘gloriosa y absoluta’, tal como lo expresa el escritor rumano, con esa misteriosa ‘antropofanía’ de la que se nos habla en Rayuela?
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Las páginas siguientes, desde la 48 hasta la 52, tratan sobre el tema de la fundación de ciudades en la antigüedad y de las ‘defensas mágicas’ con las que se las protegía: “Il est fort probable –nos indica Eliade– que les défenses des lieux habités et des cités commencèrent par être des defenses magiques...”: Cortázar subraya este predicado, y más adelante señala la relación de este tema con un pasaje del Traité (p. 315) donde se habla de lo mismo. ¿Por qué le interesaban estas ‘defensas mágicas’ a Cortázar? Mi respuesta, que aventuro aquí, no es exactamente una hipótesis (sino más bien una constatación): las anfractuosidades textuales –por decirlo así– del segundo libro de Rayuela constituyen en realidad una defensa mágica para proteger lo que constituye su centro de sentido (es decir, el Rayuela insólito). Podemos hallar un indicio de ello cuando encontramos el laberinto entre las diversas defensas que enumera Eliade: “fossés, labyrinthes, remparts, etc”. Tales defensas “étaient disposées pour empêcher l’invasion des mauvais esprits plus que l’attaque des humains” (p. 50); trasladado a Rayuela, se trataría de impedir la invasión de los lectores pasivos en el territorio espiritual, delicado y sutil –sagrado, en definitiva–, de un texto de carácter inspirado.
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Un poco más adelante el discurso de Eliade se centra en los distintos simbolismos del ‘centro’; entre ellos, Cortázar le concede especial atención al símbolo del árbol cósmico, que aparecerá también en Rayuela. En Images et symboles este tema se relaciona con el del chamán:
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L’assimilation de l’arbre rituel à l’Arbre Cosmique est encore plus transparente dans le chamanisme central et nord-asiatique. L’escalade d’un tel arbre par le chaman tatar symbolise son ascension au ciel. En effet, on ménage sur l’arbre 7 ou 9 encoches et, en les grimpant, le chaman déclare pertinemment qu’il monte au ciel. Il décrit à l’assistance tout ce qu’il voit dans chacun des niveaux cèlestes qu’il traverse. Au sixième ciel il vénère la lune, au septième ciel, le soleil. Finalement, au neuvième, il se prosterne devant Bai Ulgän, l’Être Suprême, et lui offre l’âme du cheval sacrifié (pp. 57-58)
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Al terminar este sub-apartado de los símbolos, Cortázar vuelve a subrayar la cuestión de la ruptura de nivel:
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En effet, chacun de ces modes d’être représente l’abolition de la condition humaine profane, c’est-à-dire une rupture de niveau ontologique: à travers l’amour, la mort, la sainteté, la connaissance métaphysique, l’homme passe, comme le dit la Brihadâranyaka Upanisad, de l’”irréel à la réalité” (p. 65)
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El final del primer capítulo está dedicado a la “Construction d’un «Centre»”. Aquí aparecen otros elementos que también encontrarán su eco en Rayuela. Por un lado, aparece el mandala –de nuevo–; el concepto de éste como imago mundi; y también los hilos de colores:
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En fait, un mandala représente toute une série de cercles, concentriques ou non, inscrits dans un carré; dans ce diagramme, dessiné sur la terre au moyen du fils de couleurs ou de poudre de riz colorée, viennent prendre place les différents divinités du panthéon tantrique. Le mandala représente ainsi une imago mundi et, en même temps, un panthéon symbolique (pp. 66-67)
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Y unas páginas más adelante, Cortázar subraya intensamente este otro componente igualmente emblemático de Rayuela:
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...met en relief une certaine situation humaine que nous pourrions appeler la nostalgie du paradis (p. 70)
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En la siguiente sesión veremos qué destacó Cortázar en los capítulos siguientes: en el 2º, “Symbolismes indiens du temps et de l’éternité”, y en el 4º, “Remarques sur le symbolisme des coquillages”.
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6 de febrero de 2012

Apócrifas morellianas (18)

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La filosofía surge de la admiración, enseñaban los antiguos; pero también, a la par, despierta sentimientos religiosos. Es una reacción que el alma vigilante y consciente fomenta con cuidado, sin desviarla hacia dogmatismos que ciñan la visión. Epicuro, que, en el particular, se podría considerar un alma gemela de Heráclito, adoptaba actitudes análogas. Son reacciones espontáneas, directas, no mediatizadas por intereses doctrinales. Es el alma que, por sentirlo y entreverlo, venera el misterio. Ni la ineficaz e insensata rebelión contra lo desconocido, propia del ignorante infatuado; ni el abyecto conformismo del utilitarista que, en seguida, buscan su provecho. Aceptan respetuosamente el misterio, lo veneran y se esfuerzan modestamente en entenderlo. Expresan una veneración a la vez mítica y mística, conjunción del espíritu primitivo, puro e ingenuo y del alma apesadumbrada por la reflexión y que, a través de ella, se inquieta por su primitiva inocencia. Me inclino a creer que ésta es la actitud de Heráclito en relación a lo que se denomina religión

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Luis Farré, Heráclito: exposiciones y fragmentos

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27 de enero de 2012

Teoría del Entusiasmo y Biblioteca Cortázar (3)

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«muchas cosas divinas se sustraen al conocimiento

por falta de fe»

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Señales y anotaciones manuscritas realizadas por JC en sus libros de lectura

apuntan a los temas y presupuestos desplegados por la TdelE.

Seguimos ese rastro tras las paredes de la Fundación March en Madrid

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El Heráclito de Farré

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De los libros conservados en la Biblioteca Cortázar, el de Battistini no es el único libro sobre Heráclito profusamente subrayado por el escritor. Junto a Trois contemporains..., debemos tener en cuenta también el ensayo de Luis Farré que lleva por título Heráclito: exposiciones y fragmentos, editado por Aguilar en Buenos Aires. En la p. 114 de esta obra, Cortázar subrayó lo siguiente: “En este texto, (se refiere a De mundo 5, 369b), Aristóteles denomina a Heráclito el oscuro, apodo con el que se le conoció en la antigüedad”. Esto nos indica ya la conveniencia de tratar este libro como uno de los textos nutrientes de Rayuela.

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Las habituales indicaciones manuscritas en la primera página nos permiten fechar las respectivas adquisiciones: el libro de Battistini, editado en 1955, fue adquirido por Cortázar en 1956; el ensayo de Farré, publicado en 1959, lo compró el escritor en 1960. De corresponderse estas adquisiciones con la lectura real de los libros y su subrayado, la nueva fecha nos revela que el escritor renueva su interés en el antiguo pensador griego en plena elaboración de Rayuela. Quizá el libro de Battistini sirviera de inspiración directa para el Persio de Los premios, y después se le añadiera la obra de Farré para retomar esa misma inspiración de cara al libro siguiente: en tal coyuntura, la figura de Heráclito estaría mostrando su gran importancia de cara a los contenidos metafísicos de las nuevas obras de Cortázar.

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En todo caso, los numerosos subrayados de este nuevo Heráclito remiten directamente al libro insólito; es decir, a la versión de Rayuela defendida en exclusiva por la Teoría del Entusiasmo Ello se observa ya en uno de los primeros pasajes destacados por el escritor, directamente vinculado con lo esotérico y con lo mistérico (éste y los subrayados siguientes, siempre de Cortázar):

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Macchioro, Pfleiderer y Nestle han querido ver en Heráclito una continuación del espíritu místico-religioso de los órficos. (p. 25)

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Esto otro, a su vez, apunta a las afinidades espirituales, evidentes, entre Cortázar y Heráclito:

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La explicación tiene que encontrarse en el adentramiento. Es una revelación interna. Ahí van, a la par, razón (logos) y sabiduría. (...) “Pertenece al alma una razón que está en crecimiento continuo” (p. 61)

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En la página 79 nos encontramos con elementos que remiten a la visión de un Cortázar carismático. Aquí, la tres primeras líneas se hallan recogidas por Cortázar con una llave lateral; el subrayado, pues, es doble. Incluyo en la transcripción parte del contexto inmediatamente posterior; aunque no fuera destacado por Cortázar, nos ayuda a situar mejor la orientación general del ensayo:

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“Su carácter es demonio para el hombre” (frag. 119). Algunos traducen la palabra griega ήθος por ética o moral. Demonio es inspiración, vocación, fuerte tendencia a obrar. El ser ético del hombre depende del estado de su alma; procede de un impulso interno. (...) Toda la física de Heráclito, ha demostrado Abel Rey, se vincula con un fin ético-religioso y con la necesidad de un camino de salud espiritual. (...) insatisfecho del naturalismo, descansa antes bien en soluciones morales, religiosas y metafísicas.

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El siguiente pasaje tampoco fue subrayado por el autor; lo añado, no obstante, por su calidad de retrato entusiasmosófico del propio Cortázar, como si de una Apócrifa Morelliana se tratase:

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La filosofía surge de la admiración, enseñaban los antiguos; pero también, a la par, despierta sentimientos religiosos. Es una reacción que el alma vigilante y consciente fomenta con cuidado, sin desviarla hacia dogmatismos que ciñan la visión. Epicuro, que, en el particular, se podría considerar un alma gemela de Heráclito, adoptaba actitudes análogas. Son reacciones espontáneas, directas, no mediatizadas, por intereses doctrinales. Es el alma que, por sentirlo y entreverlo, venera el misterio. Ni la ineficaz e insensata rebelión contra lo desconocido, propia del ignorante infatuado; ni el abyecto conformismo del utilitarista que, en seguida, buscan su provecho. Aceptan respetuosamente el misterio, lo veneran y se esfuerzan modestamente en entenderlo. Expresan una veneración a la vez mítica y mística, conjunción del espíritu primitivo, puro e ingenuo y del alma apesadumbrada por la reflexión y que, a través de ella, se inquieta por su primitiva inocencia. Me inclino a creer que ésta es la actitud de Heráclito en relación a lo que se denomina religión.

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La frase siguiente, que recoge el fragmento 86 de Heráclito y que constituye quizá la más antigua formulación conocida de la Teoría del Entusiasmo, sí fue subrayada por Cortázar; se halla destacada por una doble llave lateral, más un signo de admiración:

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El alma verdaderamente religiosa sabe que “muchas cosas divinas se sustraen al conocimiento por falta de fe” (p. 87)

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A su vez, la frase siguiente, que en mi opinión apunta al tipo de texto doble que estaba elaborando Cortázar (a saber; con una radical dualidad esotérica/exotérica de su sentido), mereció cuatro llaves laterales, a añadir al subrayado:

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Cuando se apunta hacia la final explicación, entonces logos, lo común, la norma, la ley, zeos o lo divino se ofrecen como matices de una misma realidad (p. 89)

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En páginas siguientes, Cortázar sigue insistiendo en subrayar los mismos aspectos de la figura de Heráclito; su particular religiosidad, por un lado, y cómo trasladarla a lo textual, por el otro. El extracto siguiente es como un comentario crítico de la lectura común de Rayuela:

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Lo que repudia, por lo tanto, Heráclito es el quedarse en las señales, que no son sino invitaciones para penetrar en lo religioso (pp. 88-89: con llave lateral simple)

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Manteniéndonos siempre en una identificación entre Heráclito y el Cortázar de “El perseguidor”, Los premios y Rayuela, el párrafo siguiente encaja, de un modo asombroso, como previsora corrección de la lectura cancliniana, es decir, de toda versión reductivista de la antropología cortazariana:

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“...aparece la doctrina de H. como la primera antropología filosófica. Su filosofía del hombre es, por decirlo así, el más interior de los círculos concéntricos, mediante los cuales es posible representar su filosofía. Rodean el círculo antropológico, el cosmológico y el teológico. Sin embargo, no es posible separar estos círculos. (...) El hombre de Heráclito es una parte del cosmos. Como tal, se halla sometido a las leyes del cosmos como el resto de sus partes. Pero cuando adquiere conciencia de que lleva en su propio espíritu la ley eterna de la vida del todo, adquiere la capacidad de participar en la más alta sabiduría, cuyos secretos proceden de la ley divina” [W. Jaeger] (pp. 92-93. La primera frase, con llave lateral doble)

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En la misma línea, esto otro constituye una contestación avant la lettre a la visión freudiana de la obra cortazariana sostenida por Saúl Yurkievich:

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Es un despertar de la conciencia individual en el todo; o es también el todo, revelándose en la conciencia individual. Ahí está la grandeza del hombre: ascender, en su individualidad, a la comprensión del todo (p. 95; con llave lateral simple)

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Otros pasajes de este libro subrayados por Cortázar no pueden reproducirse aquí, pues pertenecen a la dimensión silenciosa de Rayuela. Le corresponde al lector activo y cómplice, si es su deseo, el buscarlos y el tratar de reconocerlos...

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23 de enero de 2012

Cortázar carismático

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Carisma:

don abundante concedido por una entidad incognosférica

a una criatura humana

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¿Cómo dirigirme al pequeño, a su madre, a estos hombres

de argentino silencio, y decirles, hablarles

del frente

que se me faceta y esparce

como un diamante derretido en medio de una fría batalla de copos de nieve? Me darían la espalda, se marcharían,

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y si optara por escribirles,

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porque a veces pienso en las virtudes de un manuscrito prolijo y alquitarado, resumen de largos equinocios de meditación,

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arrojarían mis enunciaciones

con el mismo desconcierto que los induce

a la prosa,

al interés,

a lo explícito,

al periodismo

con sus muchos disfraces.

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¡Monólogo,

sola tarea para

un alma

inmersa

en lo múltiple!

¡Qué vida de perro!

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Julio Cortázar, Los premios

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19 de enero de 2012

Teoría del Entusiasmo y Biblioteca Cortázar (2)

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«A qui prophétise Héraclite?

“Aux vagabondes de la nuit, aux mages,

aux possédés, aux bacchantes, aux inspirés»

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Señales y anotaciones manuscritas realizadas por JC en sus libros de lectura

apuntan a los temas y presupuestos desplegados por la TdelE.

Seguimos ese rastro tras las paredes de la Fundación March en Madrid

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comme une trame mystérieuse... (2)

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La figura de Heráclito tiene un papel destacado en Rayuela. Por un lado, hay una mención –muy breve– al filósofo griego en el cap. 48, en la escala de Oliveira en Montevideo buscando a la Maga. Más destacada es su presencia en el importante cap. 99: Heráclito aparece ahí citado como de pasada, en medio de un debate acerca de la literatura de Morelli; pero la alusión no es nada casual. Empieza hablando Etienne:

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–Morelli cree que si los liróforos (...) se abrieran paso a través de las formas petrificadas y periclitadas, ya sea un adverbio de modo, un sentido del tiempo o lo que te dé la gana, harían algo útil por primera vez en su vida. Al acabar con el lector-hembra, o por lo menos al menoscabarlo seriamente, ayudarían a todos los que de alguna manera trabajan para llegar al Yonder. La técnica narrativa de tipos como él no es más que una incitación a salirse de las huellas.

–Sí, para meterse en el barro hasta el cogote –dijo Perico (…)

–Heráclito –dijo Gregorovius– se enterró en la mierda hasta el cogote y se curó de la hidropesía.

–Dejá tranquilo a Heráclito –dijo Etienne–.

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A partir de ahí lo dejan tranquilo, en efecto… Pero la alusión ya está hecha. La mención hecha por Gregorovius sella un vínculo existente entre Morelli y Heráclito, que el lector debe reconocer al contrastar la obra y el pensamiento de Heráclito con los elementos teóricos morellianos sacados a colación en la conversación.

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Pero donde la figura de Heráclito cobra mayor prominencia es en el cap. 36, en el largo episodio con la clocharde Emmanuèle. Ahí la analogía ya no se establece entre Morelli y Heráclito, sino entre éste y Oliveira. El filósofo aparece en el pensamiento del protagonista, que lleva en mente los ecos de la conversación del Club que ha tenido lugar unas horas antes (en la lectura salteada, el cap. 99 se lee tres capítulos antes del 36). La relación entre ambas figuras empieza por una comparación entre la situación con la pordiosera y la inmersión heraclítea en la bosta, y se prolonga hasta un punto en que uno y otro se identifican bajo el mismo sobrenombre de “el Oscuro”.

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La doble identificación Heráclito-Morelli y Heráclito-Oliveira, que por ende se manifiesta en capítulos de gran trascendencia dentro de la obra, nos permite pensar que los subrayados y anotaciones realizadas por Cortázar en Trois contemporains: Héraclite, Parménide, Empédocle (trad. avec notices par Yves Battistini, París, Gallimard, 1955) son como notas tomadas por el autor de cara a Rayuela. En el escrito anterior ya cité este pasaje de la introducción de Battistini:

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Nous pensons que cette disposition a le mérite de présenter le texte d’Héraclite comme une trame mystérieuse, où les mots se font écho à distance, en écheveaux mêlés, en réponses et questions qui, d’énigme à énigme, finissent par s’accorder et s’éclairer; ainsi dans le ciel, les étoiles à la fois confondues et distinctes, composant, au hasard désordonné de leur lace, une harmonie fixe

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Anteriormente sugerí que este pasaje parecía describir la Teoría del Entusiasmo; pero se puede aplicar igualmente, a la gran obra de Cortázar: una trama de misterios y enigmas encadenados que deben resolverse proyectándolos en un plano más elevado que lo literal. En los siguientes extractos subrayados por el escritor, todavía de la Introducción, podemos ver algunas ideas plasmadas luego de un modo u otro en Rayuela:

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Le texte d’Héraclite ne nous est parvenu qu’à travers les citations qu’en ont faites des compìlateurs, des doxographes ou des philosophes de l’Antiquité (p. 13)

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Et comme en général ils insèrent dans leur discours les mots d’Héraclite au style indirect, il est souvent difficile de distinguer où cesse la citation et où commence la glose. (p. 14)

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On a fait d’H. tantôt un physicien, tantôt un mystique, un initié des mystères orphiques ou dionysiaques. (p. 18)

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mais son intelligence n’est pas encore assez dègagée du mythe pour avoir perdu le sens du merveilleux. (p. 18-19)

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La nature aime passionnément les contraires (...) et par ceux, elle crée l’harmonie; l’art fait la même chose en imitant la nature. (p. 20)

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Héraclite aurait, alors, été le premier à concevoir une causalité s’exerçant, non plus par contact matèriel, mais par la conformation d’un devenir à un modèle, a une norme. Et celle idée de causalité est si riche que Platon l’a transportée dans sa théorie des relations des choses sensibles aux Idées, et que les Pythagoriciens ont modifié, d’après d’elle, leur conception des nombres, en en faisant le modèle des choses. (p. 21)

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Estos otros extractos –siempre subrayados por Cortázar– son ya citas directas de los fragmentos heraclíteos (el número inicial remite a la ordenación de la obra del pensador griego):

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9. Les contraires s’accordent, la discordance crée la plus belle harmonie: le devenir tout entier est une lutte. (p. 26)

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13. Mariages: le tout et le non-tout, le rapproché et le séparé, l’harmonie et son contraire. (p. 26)

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17. A qui prophétise Héraclite? “Aux vagabondes de la nuit, aux mages, aux possédés, aux bacchantes, aux inspirés.” C’est aux qu’il menace de l’audelà, c’est à eux qu’il prophétise le feu. Car ils se font initier sans piété aux mystères reconnus par les hommes. (p. 27)

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El siguiente extracto aparece subrayado con especial énfasis; estas palabras de Heráclito aparecen transcritas literalmente en el capítulo 36:

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21. Ènigme de l’oracle: «Si tu n’espères pas, tu ne rencontreras pas l’inespéré: en terre inexplorée nulle voie vers lui ne s’ouvre.»

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Y el tema de este otro fragmento permite suponer alguna conexión con uno de los capítulos más enigmáticos de Rayuela:

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78. L’âme ressemble à l’araignée, le corps étant la toile. Comme l’araignée, au centre de sa toile, aussitôt qu’une mouche a rompe un des fils, s’en aperçoit et y court à la hâte, souffrant, dirait-on, de voir détruire la perfection de son ouvre, ainsi l’âme, quand une partie de corps est blessée, s’y precipite, incapable de supporter la blessure du corps auquel elle est étroitemente et harmonieusement unie. (p. 34)

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Para terminar: Cortázar subrayó también estas líneas (añade un signo de admiración), ahora firmadas por Cicerón (Sur la nature des dieux, III, 14), que Battistini incluyó en los Complements de su libro:

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Personne n’interprète de la même manière.

Nous le passerons sous silence, car il n’a pas voulu qu’on le comprenne.

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12 de enero de 2012

Entusiasmosofía (VI, bis)

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A Freud se le atribuye actualmente el haber hecho al mundo consciente de su Inconsciente. Esto sólo en parte es verdad. Freud logró que el mundo notara sólo un aspecto del Inconsciente, el hemisferio del primitivismo animal. Una visión mucho más completa del Inconsciente la brinda el viejo contemporáneo de Freud F. W. H. Myers, cuya gran cantidad de estudios sobre la «conciencia subliminal» constituye, en palabras de William James, «el primer intento» de examinar los fenómenos de la alucinación, el hipnotismo, el automatismo, la doble personalidad y lo mediúmnico –y James podría haber añadido «el genio, la inspiración y el sueño» a su lista– como partes conectadas de un tema entero». (…) Freud subrayó sin fundamento lo que llamamos el aspecto negativo del Inconsciente e ignoró sus aspectos positivos, mucho más importantes. El freudiano tiende a pensar que la casa de la mente tiene sólo dos pisos –una planta baja de conciencia personal, y un sótano lleno de basura y de ratas y escarabajos negros–, el inconsciente personal, el hogar de los deseos reprimidos, los conflictos subterráneos, supurando las ruinas de un pasado que se niega a morir. Pero de hecho, como subraya Myers, la casa de la mente es una estructura de muchos pisos, y el subsuelo no tiene piso, y el ático no tiene techo. Como ha sostenido Myers y como todos los maestros de la vida espiritual han sabido opr experiencia directa, ambos se abren al infinito de lo que James llamó la conciencia Cósmica, lo que los místicos llaman la cabeza de Dios, el Atman-Brahmin, la Luz Cristalina, el Vacío. Y en alguna parte hacia estos altillos sin techos, estas catacumbas sin fondo, se encuentran las regiones de las que el genio toma su inspiración.

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Aldous Huxley, «El genio» (1956)

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Entusiasmosofía (VI)

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«Inspiración» significa «inspirar o respirar hacia». Y este insuflar ideas novedosas y valiosas a la conciencia personal, cuyo origen está fuera de esa conciencia, es la marca de distinción del genio. Una pregunta se nos plantea. ¿Qué logra el inspirar? ¿Quién es el inspirador? Según Sócrates, el que insuflaba era su daimon o dios tutelar; para los poetas de la Antigüedad, esta o aquella musa que, en palabras de Hesíodo, «amplían la mente del hombre con el conocimiento, y hacen a su lengua hablar desde los cielos». Para los primeros filósofos y los teóricos de la medicina de los tiempos helénico-romanos, la inspiración y el sostén ajeno al yo era el Pneuma, el alma y la sustancia indiferenciada del universo. Para Platón y Aristóteles era el Nous, o la Razón Interior. Según los estoicos el dios inmanente era llamado Logos. El Logos ingresa en la cristiandad como «el Verbo», una traducción muy pobre y parcial del original, de muchos significados. «En el principio fue el Verbo… En él estaba la vida, y la vida era la luz de los hombres». Del griego pasamos al latín y la palabra Spiritus, que, como Pneuma, significa ‘aliento’ y es, como su etimología sugiere, la fuente de «ins-piración». Había un Spiritus de los dioses, de donde proviene inspiratio divina. Había un espíritu impersonal o aliento de vida. Había espíritus malignos o tramposos. Estaban los espíritus de los muertos, de regreso para dañar o ayudar a los vivos. Y finalmente, tras el surgimiento de la cristiandad, estaba el Espíritu, la tercera persona de la Trinidad. Mezcladas sin coherencia, estas concepciones varias (médicas, míticas, filosóficas, teológicas, espirituales) fueron utilizadas, a lo largo de los siglos, para dar cuenta de los hechos de inspiración observados. Hoy preferimos hablar de «lo Inconsciente» y de las «irrupciones en lo consciente de material subliminal». Las palabras tienen un aura poderosamente científica; pero que expliquen los hechos más satisfactoriamente que Espíritu, Logos, Pneuma, Daimon, e inspiración, es discutible.

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Aldous Huxley, «El genio»

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