Elementos para una TEORÍA DEL ENTUSIASMO

La cara oculta de RAYUELA. Por Jorge Fraga

1 de noviembre de 2011

Apócrifas morellianas (14)

·

-No vamos a poder saber de este modo –protestó lord de Winter, cuando los tres amigos se hubieron identificado–, quiénes sois en realidad, nos resulta imposible batirnos con quienes llevan semejantes nombres, que más bien parecen apodos propios de un pastor.

-Debéis comprender, milord –intervino Athos–, que se trata de nombres supuestos.

-Lo que no hace más que acrecentar nuestros deseos de conocer los verdaderos –contestó el inglés.

-Sin embargo –objetó Athos–, no os privasteis de apostar contra nosotros sin saberlo, ni sentisteis escrúpulos por ganarnos los caballos.

-Es cierto; pero sólo se trataba entonces de arriesgar algunos doblones, mientras que ahora está en juego nuestra sangre. Uno puede jugar contra todo el mundo, pero batirse únicamente con sus iguales.

-Me parece justo –admitió Athos.

Y se llevó aparte al inglés que debía batirse con él, enterándole en voz baja de su auténtico nombre.

Porthos y Aramis hicieron lo mismo, por su parte.

-¿Os resulta suficiente? –le preguntó Athos a su adversario–. ¿Me consideráis lo bastante noble para concederme el honor de cruzar nuestras espadas?

-Desde luego, señor –contestó el inglés, inclinándose.

-Pues bien –replicó fríamente Athos–. ¿Queréis que os diga ahora otra cosa?

-¿Cuál, señor?

-Que hubiera sido mucho mejor para vos no obligarme a que os revelara mi verdadero nombre.

-¿Por qué razón?

-Porque se me cree muerto, porque tengo motivos para desear que nadie me sepa con vida y porque para evitar que mi secreto sea divulgado, me veré obligado ahora a mataros.

·

Alejandro Dumas, Los tres mosqueteros

·

·

·

No hay comentarios:

Publicar un comentario