Elementos para una TEORÍA DEL ENTUSIASMO

La cara oculta de RAYUELA. Por Jorge Fraga

1 de septiembre de 2016

Borrados (3)

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Para la Teoría del Entusiasmo, Cortázar escribió Rayuela en una doble contabilidad textual: como texto A, en la fachada, para los «lectores pasivos», tenemos una novela; como texto B, en lo profundo, para los «lectores activos y cómplices», se esconde el libro oculto. La existencia de éste último –el «Disculibro» para Cortázar, el «Rayuela insólito» para nosotros– está anunciada por toda la obra en forma de alusiones e indicios, siempre más o menos ambiguos, siempre más o menos oscuros. Algunas pistas del mismo estilo figuran en los avant-textes de la obra (Manuscrito de Austin, Cuaderno de Bitácora, Capítulos Desestimados), pero luego no se incluyeron en el libro. Al leerlos, fácilmente puede deducirse que su ambigüedad era demasiado tenue para el umbral de dificultad que Cortázar se había autoimpuesto. Aquí los denominamos «borrados».
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El inédito
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El capítulo 141 de Rayuela comienza con esta frase: «No llevaba muchas páginas darse cuenta de que Morelli apuntaba a otra cosa». Esto es toda una declaración a favor de la existencia del Rayuela insólito. La glosa de esa frase vendría a ser: a poco que se vaya leyendo Rayuela, uno descubre enseguida que hay algo oculto tras la fachada. Pero ¿cómo se descubre? ¿Y por qué tan rápido? Pues porque su autor no deja de recordárnoslo en cuanto tiene la oportunidad, aunque siempre sea per speculum et in aenigmate.
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En todo caso, en el Manuscrito de Austin este mismo capítulo se iniciaba con unas líneas previas a esa frase. Esto fue lo que Cortázar suprimió:
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/¿Terminaría Morelli alguna vez su libro? Por el momento había una extraña coincidencia entre su redacción y su lectura; muchos de sus admiradores vivían a la espera de que publicara un nuevo volumen, al que muchos pasajes de los tomos ya publicados remitían. En el Club se pensaba que esas remisiones eran flechas al aire, que [quizá] alguna vez Morelli plantaría en el blanco, sin garantía alguna. No a todos les gustaba que el autor diera por existente, aunque inédito, un pasaje que quizá apenas existía en su imaginación/
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Para la visión común del libro esto no es sino un oscuro embrollo; por el contrario, en estas líneas podemos reconocer hasta tres de los aspectos contemplados por la Teoría.
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En primer lugar, la existencia del Rayuela oculto; ese «nuevo volumen» al que otros pasajes apuntan como flechas a un blanco es en realidad aquél episodio central y único que conforma para nosotros el verdadero argumento del libro.
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En segundo lugar, la estructura repetitiva de la obra; aquellos «tomos ya publicados» a los que se alude son las distintas partes del libro (capítulos o conjuntos de capítulos) que expresan en forma de variaciones ese contenido o tema central.
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Por último, la condición nunca explicitada (invisible, oculta) de ese mismo tema; el verdadero episodio permanece para siempre «inédito», y lo único que se «edita» son sus diversas variantes metafóricas. Es como unas variaciones musicales, ciertamente, pero con un tema que no queda plasmado en la partitura y que existe únicamente en la mente del compositor.
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Así pues, el tema, el modelo, siempre está ausente; ésa es la razón por la que los miembros del Club se preguntan si Morelli terminará alguna vez su obra. La auténtica culminación de la misma, desde este punto de vista, sólo podría ser la narración directa y sin ambages de ese episodio central continuamente escamoteado. Pero Morelli/Cortázar no tiene intención alguna de 'terminar' el libro de ese modo: esa es una tarea estrictamente reservada al lector cómplice, que debe llegar a reconstruir ese episodio por sí mismo.   
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Muy probablemente, Cortázar pensó que en este pasaje se transparentaban demasiado sus verdaderas intenciones; y en función de ello lo guardó en el cajón de borrados, junto con las botellas y lazos de Mousqueton, las repeticiones de La piedra lunar, y tantos otros fragmentos que seguiremos viendo en estas páginas.
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