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Entre
lo visible de Rayuela (la novela) y su parte oculta (el Rayuela insólito)
Cortázar dispuso multitud de pasajes, puentes, puertas y ventanas que
permitiesen el tránsito del uno al otro: el autor los denominó «intercesores».
En ellos se puede observar (siempre en modo metafórico) o bien una
contraposición entre lo oculto y lo manifiesto, o bien un cuestionamiento de lo
visible, o bien una vindicación de lo oculto. ¿Cuántas veces lo dijo? ¿Cuántas
metáforas distintas utilizó?
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Rayuela, capítulo 62
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Como si los
niveles subliminales fueran los que atan y desatan el ovillo del grupo
comprometido en el drama
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Rayuela, capítulo 99
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–Cree en el soma
–dijo Oliveira–. El soma en el tiempo. Cree en el tiempo, en el antes y en el
después. El pobre (...) no se ha dado cuenta de que nada se sostiene si no lo
apuntalamos con miga de tiempo, si no inventamos en tiempo para no volvernos
locos.
–Todo eso es
oficio –dijo Ronald–. Pero detrás, detrás...
–Un poeta –dijo Oliveira, sinceramente conmovido–. Vos te deberías llamar Behind o Beyond, americano mío. O Yonder, que es tan bonita palabra.
–Un poeta –dijo Oliveira, sinceramente conmovido–. Vos te deberías llamar Behind o Beyond, americano mío. O Yonder, que es tan bonita palabra.
–Nada
de eso tendría sentido si no hubiera un detrás –dijo Ronald–.
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Rayuela,
capítulo 31
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[Morelli] parecía buscar una cristalización que, sin alterar el desorden en
que circulaban los cuerpos de su pequeño sistema planetario, permitiera la
comprensión ubicua y total de sus razones de ser, fueran éstas el desorden
mismo, la inanidad o la gratuidad. Una cristalización en la que nada quedara
subsumido, pero donde un ojo lúcido pudiese asomarse al calidoscopio y entender
la gran rosa polícroma, entenderla como una figura, imago mundis que por fuera
del calidoscopio se resolvía en living room de estilo provenzal, o concierto de
tías tomando té con galletitas Bagley
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