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Para la Teoría del Entusiasmo, Cortázar escribió Rayuela en una
doble contabilidad textual: como texto A, en la fachada, para los «lectores
pasivos», tenemos una novela; como texto B, en lo profundo, para los «lectores
activos y cómplices», se esconde el libro oculto.
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Los INTERCESORES son los anuncios proferidos por Cortázar sobre la
existencia del texto oculto. Se hallan diseminados por toda la obra y también
se los encuentra en otros textos relacionados con ella.
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Los BORRADOS son anuncios del mismo tipo, pero presentes únicamente
en los avant-textes; su eliminación de la edición definitiva nos ayuda a
establecer el nivel de ambigüedad finalmente fijado por el autor.
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El
intercesor nº 40 coincide con el borrado nº 6; con anterioridad ya se comentó extensamente (véanse las dos primeras entregas de la serie dedicada a «Rayuela y Gurdjieff»).
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(38)
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Rayuela, capítulo 12
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Los
intercesores, una irrealidad mostrándonos otra, como los santos pintados que
muestran el cielo con el dedo. No puede ser que esto exista, que realmente
estemos aquí, que yo sea alguien que se llama Horacio
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(39)
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Rayuela, capítulo 12
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Y había
más que eso, había la intercesión, el acceso por las ilusiones a un plano, a
una zona inimaginable que hubiera sido inútil pensar porque todo pensamiento lo
destruía apenas procuraba cercarlo
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(40)
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Cuaderno, pág. 137:
Alfombras esotéricas
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Una idea
de Luis Meana: Los dibujos de las alfombras afganas o persas son mensajes.
Variantes:
El
sentido fue esotérico desde un comienzo.
El
sentido se perdió por decadencia histórica, y durante generaciones se ha venido
transmitiendo sin /que/ entenderlo.
Alguien
de nuestros días lo descifra
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