·
Entre
lo visible de Rayuela (la novela) y su parte oculta (el Rayuela insólito)
Cortázar dispuso multitud de pasajes que
permitiesen el tránsito del uno al otro: el autor los denominó «intercesores».
En ellos se puede observar (siempre en modo metafórico) o bien una
contraposición entre lo oculto y lo manifiesto, o bien un cuestionamiento de lo
visible, o bien una vindicación de lo oculto. ¿Cuántas veces lo dijo? ¿Cuántas
metáforas distintas utilizó?
·
Por alguna misteriosa razón –por no decir, directamente, un descuido– el
intercesor 41 sale después del 45. El
lector sabrá disculpar el desorden resultante.
·
(41)
·
«Los
pasos en las huellas»
·
El relato «Los pasos
en las huellas» (publicado en 1974 en Octaedro) puede verse en su
totalidad como un solo intercesor, con carácter complejo; aquí solamente ofrezco
una selección de fragmentos significativos. El cuento funciona como una
alegoría sobre la recepción de Rayuela, siendo su protagonista, Jorge Fraga,
la representación metafórica del auténtico lector activo y cómplice de la mayor
obra de Cortázar (los argumentos que sostienen esta interpretación alegórica
fueron desplegados tiempo atrás en los artículos dedicados a «El cuento más
aburrido de Julio Cortázar»:1ª parte, 2ªparte, y Otra vuelta de tuerca…).
·
(41a)
·
la imagen de Romero se confundía con sus invenciones,
padecía de una falta de crítica sistemática y hasta de una iconografía
satisfactoria. Aparte de artículos parsimoniosamente laudatorios en las
revistas de la época, y de un libro cometido por un entusiasta profesor
santafesino para quien el lirismo suplía las ideas, no se había intentado la
menor indagación de la vida o la obra del poeta. Algunas anécdotas, fotos
borrosas; el resto era leyenda para tertulias y panegíricos en antologías de
vagos editores
·
(41b)
·
Sólo más tarde, cuando ya era conocido como crítico y
ensayista, se le ocurrió pensar seriamente en la obra de Romero y no tardó en
darse cuenta de que casi nada se sabía de su sentido más personal y quizá más
profundo
·
(41c)
·
Fraga llegaba a preguntarse si el misterio no sería en
el fondo lo que prestigiaba esa poesía de claves oscuras, de intenciones
evasivas
·
(41d)
·
“Por qué no”, se dijo Fraga, encendiendo otro
cigarrillo. “Con todo lo que sé de él ahora, sería estúpido que me quedara en
un mero ensayo, en una edición de trescientos ejemplares. Juárez o Ricardi
pueden hacerlo tan bien como yo. Pero nadie sabe nada de Susana Márquez”
·
(41e)
·
Cuando Fraga volvió a Buenos Aires y leyó las tres
cartas de Claudio Romero a Susana, los fragmentos finales del mosaico
parecieron insertarse bruscamente en su lugar, revelando una composición total
inesperada, el drama que la ignorancia y la mojigatería de la generación del
poeta no habían sospechado siquiera
·
(41f)
·
la célebre Oda a tu nombre doble que la crítica
había proclamado el más hermoso poema de amor jamás escrito en la Argentina
·
(41g)
·
Una frase lo resumía todo: “Nadie tiene por qué saber
de nuestra vida, y yo te ofrezco la libertad con el silencio. Libre, serás aún
más mía para la eternidad. Si nos casáramos, me sentiría tu verdugo cada vez
que entraras en mi cuarto con una flor en la mano”
·
·
·
No hay comentarios:
Publicar un comentario