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Entre lo visible de Rayuela (la novela) y su parte oculta (el Rayuela insólito) Cortázar dispuso multitud de pasajes que permitiesen el tránsito del uno al otro: el autor los denominó «intercesores». En ellos se puede observar (siempre en modo metafórico) o bien una contraposición entre lo oculto y lo manifiesto, o bien un cuestionamiento de lo visible, o bien una vindicación de lo oculto. ¿Cuántas veces lo dijo? ¿Cuántas metáforas distintas utilizó?
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Rayuela,
capítulo 104
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La vida, como un comentario de otra cosa que no alcanzamos, y que
está ahí al alcance del salto que no damos
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Rayuela,
capítulo 141
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No llevaba muchas páginas darse cuenta de que Morelli apuntaba a otra cosa.
(...) A los del Club no se les escapaba su valor de mera incitación o de
parábola abierta a otro sentido más hondo y escabroso
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Rayuela,
capítulo 54
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De alguna manera habían ingresado en otra
cosa, en ese algo donde se podía estar de gris y ser de rosa, donde se podía
haber muerto ahogada en un río (y eso ya no lo estaba pensando ella) y asomar
en una noche de Buenos Aires para repetir en la rayuela la imagen misma de lo
que acababan de alcanzar, la última casilla, el centro del mandala, el
Ygdrassil vertiginoso por donde se salía a una playa abierta, a una extensión
sin límites, al mundo debajo de los párpados que los ojos vueltos hacia adentro
reconocían y acataban
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